domingo, 26 de febrero de 2012

A mi abuela, eterna en mi corazón.

A mi abuela, eterna en mi corazón.


Un ángel fué a caer entre los brazos
De la madre que en su pecho, la acunaba,
No dudo que aquel cariño en su regazo
Fuera el fruto del amor que ella emanaba.
Y creció la bella estrella de ese cielo,
Dando luz por todo paso que ella andaba,
Con palabras, o con gestos, o con besos,
Fué tejiendo un camino de esperanza.
En pequeño cuerpo, allí habitaba,
El corazón más grande conocido,
La bondad que por bandera la avalaba,
Y por insignia, su buen consejo ofrecido.
Y mi ángel, una noche volvió al cielo,
De donde caen algunas veces estos seres,
mas yo la beso, cada día, entre mis sueños
desde el instante en que se fué, Noche de Reyes.

María José Quesada.

martes, 14 de febrero de 2012

Hablame.

No me hables de grandezas,
no las tengo.
No me hables de dolor,
no lo quiero.
No me hables de orgullo,
ni desconcierto.
Sólo háblame de amor,
mi alimento.

jueves, 9 de febrero de 2012

Al Capitán Rodrigo Malaventura.




A Sotaveto un velero navega
entre gigantes olas y bruma,
a plomo recoge las velas
entre golpes de mar y de espuma.

En busca va de su amada,
el Capitán que lo gobierna,
su perla, llamada Escarlata,
lo espera en lejana tierra.

¡Mirad el cuadrante del cielo!
No ansiéis luchar con las olas,
haced caso a la Rosa del Viento,
que de amor vuestra nave zozobra.

Recogeos en serena bahía
evitando el embiste marino
que, aunque sois de sangre bravía,
aún os queda un largo camino.

Que el sol os guíe en fortuna
para esa tierra lejana alcanzar,
mi señor, Capitán Malaventura,
y el rostro de vuestra amada, besar.




Mi Capitán, de esta hermosa manera, replicó mis humildes versos a su persona:


Grande honor me hacéis, Señora,
hinchando mis velas con Vuestros versos
que recojo en mi como los besos
de los que una sirena es autora.

La mar es una mujer provocadora,
es hermosa hasta sorber los sesos,
presta a reclamar nuestros huesos
si perdemos la rosa orientadora
y llevarnos a destino siniestro.

Un nombre izaré en la arboladura
que, como a un niño el maestro,
sea el faro en mi singladura,
¿Cual es el nombre? diréis,... el Vuestro.

Capitán Rodrigo Malaventura.