martes, 31 de julio de 2012

Ven, barquito velero.

Ven, barquito velero,
que quiero ir contigo a la mar,
yo seré las velas blancas, 
del bajel, tú el capitán,
y el piloto que marca el sendero
será el viento que empieza a soplar.

En la isla donde las palmeras
mecen sus brazos con dulce compás,
por vernos, barquito, por vernos,
vendrán las sirenas del fondo del mar.

Son niñas vestidas de verde,
con largos cabellos, labios de coral,
así son las princesitas
que viven jugando en el fondo del mar.

Saltando las olas, barquito,
también podemos volar,
cantarle a las caracolas
y con las estrellas,
y con las estrellas
podemos soñar.

Ven barquito velero
que quiero ir contigo,
contigo a la mar.

miércoles, 25 de julio de 2012

Marina. ( Rubén Darío).



Rubén Darío


Marina




Mar armonioso.
mar maravilloso,
tu salada fragancia,
tus colores y músicas sonoras
me dan la sensación divina de mi infancia
en que suaves las horas
venían en un paso de danza reposada
a dejarme un ensueño o regalo de hada.

Mar armonioso,
mar maravilloso
de arcadas de diamante que se rompen en vuelos
rítmicos que denuncian algún ímpetu oculto,
espejo de mis vagas ciudades de los cielos,
blanco y azul tumulto
de donde brota un canto
inextinguible,
mar paternal, mar santo,
mi alma siente la influencia de tu alma invisible.

Velas de los Colones
y velas de los Vascos,
hostigadas por odios de ciclones
ante la hostilidad de los peñascos;
o galeras de oro,
velas purpúreas de bajeles
que saludaron el mugir del toro
celeste, con Europa sobre el lomo
que salpicaba la revuelta espuma.
Magnífico y sonoro
se oye en las aguas como
un tropel de tropeles,
¡tropel de los tropeles de tritones!
Brazos salen de la onda, suenan vagas canciones,
brillan piedras preciosas,
mientras en las revueltas extensiones
Venus y el Sol hacen nacer mil rosas.

Si te dicen...

 

martes, 17 de julio de 2012

Cosas de la Alhambra.

De qué os vestís, mi Señora,
que flores lleváis en el pelo,
en vuestra tez, mil alondras,
y en el alma un pañuelo
bordado de filigrana,
con hilos de oro bermejo.
Adornos de plata labrada,
son vuestros ojos morenos,
con forma de luna menguada,
que rasgan el fondo del cielo.
Vuestra garganta tiene aves
que, al llegar la madrugada,
despliegan sus trinos en suaves
bostezos de risas perladas.
Y por manos, ¡que no, si agua!,
que aplaude constantemente,
-como el fuego hace en la fragua-
vuestros dedos ¡en la fuente!.
Temple, grandeza, misterio,
leyenda que vive enclaustrada,
en un oriental asceterio,
tenía que ser en Granada,
¡Alhambra!, vuestro cautiverio.









domingo, 15 de julio de 2012

Romance de Abenámar (Anónimo del siglo XV)

ROMANCE DE ABENÁMAR
"¡Abenámar, Abenámar,
moro de la morería,
el día que tú naciste
grandes señales había!
Estaba la mar en calma,
la luna estaba crecida:
Moro que en tal signo nace
no debe decir mentira."
Allí respondiera el moro,
bien oiréis lo que decía:
"Yo te lo diré, señor,
aunque me cueste la vida,
porque soy hijo de un moro
y una cristiana cautiva;
siendo yo niño y muchacho,
mi madre me lo decía:
que mentira no dijese,
que era grande villanía:
por tanto, pregunta, rey,
que la verdad te diría."
"Yo te agradezco, Abenámar
aquesa tu cortesía.
¿Qué castillos son aquéllos?
¡Altos son y relucían!
"El Alhambra era, señor,
y la otra la Mezquita;
los otros los Alixares,
labrados a maravilla.
El moro que los labraba
cien doblas cobraba al día,
y el día que no los labra,
otras tantas se perdía.
El otro es Generalife,
huerta que par no tenía;
el otro Torres Bermejas,
castillo de gran valía."
Allí habló el rey don Juan,
bien oiréis lo que decía:
"Si tú quisieses, Granada,
contigo me casaría;
daréte en arras y dote
a Córdoba y Sevilla."
"Casada soy, rey don Juan,
casada soy, que no viuda;
el moro que a mí me tiene
muy grande bien me quería."
Anónimo del siglo XV.