martes, 17 de julio de 2012

Cosas de la Alhambra.

De qué os vestís, mi Señora,
que flores lleváis en el pelo,
en vuestra tez, mil alondras,
y en el alma un pañuelo
bordado de filigrana,
con hilos de oro bermejo.
Adornos de plata labrada,
son vuestros ojos morenos,
con forma de luna menguada,
que rasgan el fondo del cielo.
Vuestra garganta tiene aves
que, al llegar la madrugada,
despliegan sus trinos en suaves
bostezos de risas perladas.
Y por manos, ¡que no, si agua!,
que aplaude constantemente,
-como el fuego hace en la fragua-
vuestros dedos ¡en la fuente!.
Temple, grandeza, misterio,
leyenda que vive enclaustrada,
en un oriental asceterio,
tenía que ser en Granada,
¡Alhambra!, vuestro cautiverio.









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