domingo, 30 de septiembre de 2012

El calor de un beso.

Brilla el sol, pero en mi corazón hay frío,
es un hueco conquistado por la ausencia,
una rosa adormecida, sin esencia,
es un árbol, con un nido vacío.
Y este nudo que atraviesa mi garganta
sólo puede ser soltado por tu boca,
por el beso que me ofreces en la copa,
de tus labios, que en mi boca se decanta.

viernes, 28 de septiembre de 2012

El puerto de mi nostalgia.

Me empujan vientos de nostalgia hacia tu puerto,
ellos me invitan a adentrarme en tu bahía,
mis velas blancas, ajustándose a ellos, viran,
y esta barquita toma el rumbo de tu encuentro.
Pero, olas grandes, sotavento, me refrenan,
hay tormentas que detienen mi partida
y en el mar de su deseo pierde el rumbo,
esta barca, que navega a la deriva.



martes, 25 de septiembre de 2012

Una de fiestas patronales (III parte)

Ya por la noche, nos instalamos en un hotel que se ajustaba bien a nuestro presupuesto. Bueno, en realidad, ajustamos nuestro presupuesto a él, porque la habitación doble costaba cuarenta y cinco euros. Pensamos que era un derroche gastar tanto dinero en sueño así que, decidimos coger solo una.  La historia era cómo entrar los seis sin que el recepcionista nos pillara, y ahí salió el ingenio de las chicas:
Nos registramos Miguel y yo. Pepe, David, Martina y Ana entraron como comensales al restaurante incorporado. Para ello, no hacía falta ser huésped del hotel, era la entrada libre para todos.
Nosotros les avisamos por teléfono en qué habitación estábamos y ellos, después de tomarse una coca cola, subieron.
Juntamos las dos camas, ya cabíamos cuatro apretaditos, (pero no más que en el Corsa), y con las colchonetas de la playa que trajimos del coche, junto con unas mantas que encontramos en el armario, se arregló el asunto.
Si no fuera porque David tenía magulladuras por el porrazo de la corrida, le hubiésemos dejado dormír en la cama, pero, me acordé que mi madre, una vez que estaba condolida de un lugar parecido, se sentaba en un flotador. Así que le recomendé la cama de aire, sería más beneficiosa para él.
Muy temprano, salimos. Eran las siete de la mañana y nos fuimos a la Diana. La Diana es un pasacalles que sale al rayar el alba con banda de música incorporada, el alma de la fiesta (junto con nuestros petardos); así que ¡a desayunar pólvora!.
Anduvimos despertando con alegría a todo parroquiano y a eso de las nueve y media, desembocamos en la plaza de la iglesia. Allí ¡otra alegría!, había churros con chocolate para todos, agasajo por parte del ayuntamiento local, ¡qué majos!. También había previsto un concurso de paellas, cosa que no nos íbamos a perder, pero eso sería más tarde; ahora tocaba visitar a la tía abuela de Ana.
Esta señora vivía en una casa antiquísima, era tan antigua, que el camino que llevaba a ella ni siquiera estaba asfaltado y como nos pillaba algo lejos, estaba en las afueras del pueblo, decidimos ir en coche. Atravesamos un camino entre huertos, olía..., pues a eso, a campo vivo. Quiero decír que en el campo también viven los animales, concretamente, estas eran vacas, el olor a metano, según Pepe que estudia química, las delataba antes de ser vistas.
El chaval estaba de antojo, le dió por enguizcarnos para que parásemos a coger naranjas. Con la excusa de que había tantas..., quién se iba a dar cuenta de unas pocas menos. Miguel le dijo que eso se hace de noche, no a plena luz del día, pero nada, al final nos detuvimos en una curva y con la promesa de que tardaba dos minutos, echó a correr. Mientras tanto, los compinches esperábamos con el motor encendido y en primera, esperando en la parrilla de salida el tres, dos, uno... (si al final, vale más comprarlas en el súper que pasar estos nervios).
Mucho tardaba, quince minutos, algo debía haber pasado.
Bajamos David, Miguel y yo en su busca. Nos metimos entre los naranjos llamándolo, primero con voz bajita, pero después a vozarrones. Pero nada, sin rastro de Pepe.
En esto, escuchamos ladrar a unos perros y cuando miramos en su dirección, vimos a un hombre que se acercaba con cuatro pastores alemanes, dos a cada lado, y una bolsa (supusimos que de naranjas) en la mano. Nos dijo que fuéramos a la balsa, que allí estaba lo que buscábamos.
Y allí estaba Pepe, nadando cuál ánade...,¡vaya estampa!.
-No tuve otra escapatoria, era esto o morír en las mandíbulas de esa jauría- , decía con una voz que reverberaba por toda la huerta.
Le ayudamos a salír del agua, el hombre de los perros también, y la chicas.ya impacientes (normal,  había pasado más de una hora) vinieron a ver qué ocurría
-¡Ana!..., ¡tío!...
Me recordó al encuentro con mi madre en la comisaría.


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domingo, 23 de septiembre de 2012

Una de fiestas patronales ( II parte )

Al final, no fue tanto como esperábamos, sí , bueno, el susto no nos lo quitó nadie, aquella tarde en la comisaría no fue plato de buen gusto. Nos multaron, me multaron, porque supuestamente, era el responsable de llevar a Miguel en el maletero.
Los petardos ni los tocaron, así que, cuando salimos de aquel lugar nos dispusimos a continuar nuestro plan de fiesta patronal.
Si nos dábamos prisa aún llegábamos a la suelta de la vaquilla.
Volvimos nuevamente al coche para irnos a Callosa, excepto Miguel, a él lo acercó su padre más tarde, cuando acabó su servicio.
Las calles de este municipio son muy empinadas, ese pueblo crece en la falda y ladera de una sierra. Frente a él se abre un esplendoroso valle lleno de huertas de naranjos, limoneros, almendros...,así que, cuesta arriba, con la mitad de las calles cortadas al tráfico y en primera, a buscar aparcamiento.
Todo estaba ocupado,  las plazas reservadas para minusválidos ocupadas, que por cierto, allí me enteré de que mi primo Jaime, el fultbolista, tenía alguna minusvalía porque su coche allí estaba, in situ, en una de ellas. Vimos una libre, pero no quisimos aparcar en ella, somos petarderos, pero respetuosos.
Al fin ¡un milagro!, San Roque escuchó nuestras súplicas, y las del motor también, ya estaba el termostato a más de ochenta grados. ¡Aparcamos!.
La banda de música se escuchaba por allí y los cohetes dejaban señales de humo de por dónde iba, así que, todos para allá: David, Martina, Ana, Pepe ,el Opel Corsa del 89, que mi padre me dió como herencia anticipada cuando me saqué el carnet de conducír y yo, propiamente Gustavo, somos el equipo festero. Bueno, falta Miguel, que llegará con el Volswaguen del 2010 que conduce su padre.
Hechas las presentaciones, continuamos con nuestra búsqueda y captura de la banda de música.
Un olorcillo a morcillas asadas y choricejos nos distrajo del humo de los cohetes, y cambiamos un rastro por otro; nos fuimos primero a repostar a la cocina móvil de "bocatas a un euro".
Las chicas decían no tener hambre, pero contradictoriamente, hasta se zamparon un gofre de chocolate de postre... ¿hay quién las entienda?.
Bueno, con la "faltriquera" llena, a buscar la banda, pero ésta ya se había recogido.
No importa, ¡nos esperaba la vaquilla!.
Aquello si que era una plaza bien hecha, ni los romanos, hombre. Era una especie de anfiteatro con gradas y todo y en el centro del redondel, una tarima cuadrada y el burladero, cosa que no habíamos visto nunca, ¡era de metacrilato!, o sea, que te veías venír al torito bravo y el torito te veía con tu miedo, creo que eso le ofuscaba porque no hacía, sino embestír aquella tapadera como diciendo:¡venga, valiente!.
David se lanzó el primero al ruedo. Llevaba un sombrero mejicano que su madre le había traído de un viaje, le dijimos que no se lo pusiera, que aquello le restaba velocidad en la carrera, pero nada, no nos hizo caso. Pepe y yo nos subimos en la tarima, parecíamos gogós, y más cuando ¡apareció la banda de música!. Qué pasodobles más bien marcados.
Cuando el toro, (bueno, la vaquilla...pero era casi toro), miró al fondo sur, nosotros bajamos de allí para ir en su busca. Pepe y yo íbamos provistos de dos banderas españolas que nos servían de capote y, estará mal que lo diga, pero, qué arte tenemos,Señor, y lo bien que corremos...
En uno de aquellos intentos de Veronica,el becerro nos miró mal y aunque tenía los cuernos afeitados, nos dió tal embestida, que a mí me enganchó el pantalón por donde la espalda pierde su  nombre. Echamos a correr a la tarima, David al burladero,  pero el sombrero mejicano que le regaló su madre no cabía allí y se dió tal trompazo al entrar que cayó de espaldas en la arena del redondel, (como diría la Pantoja).
Mientras tanto yo, con el salwar roto, corría hacia el podium como un descosido, cosa que me sirvió de poco porque no me alcanzaba la pierna a subír. Menos mal que Pepe me pescó desde arriba, yo que creía ser el más rápido...
Las chicas jaleaban desde la grada y Miguel, que ya había llegado, no paraba de hacernos fotos.
Lo pasamos bien.

sábado, 22 de septiembre de 2012

Una de fiestas patronales.

Estaba todo listo, íbamos a pasar unos días en el pueblo vecino, a veinte kilómetros del nuestro y prometían ser, esos días, de diversión en las fiestas patronales.
Nos embarcamos en el coche, junto con las mochilas, los cinco amigos. Bueno, en realidad éramos seis elementos, pero uno de ellos no contaba como pasajero en el trayecto.
A cinco minutos de haber salido nos hace el alto la guardia civil. Era una posibilidad entre mil, pero no nos engañemos, te puede tocar.Nuestras cabezas se pusieron rápidamente a interaccionar con las posibles preguntas, buscando posibles respuestas; hay que ver, con los cortitos que a veces somos, cómo nos ponemos en guardia rápida-mente...
-Buenas tardes- dijo el agente, documentación y permiso de conducír, por favor.
Saqué de la guantera los papeles del coche y me identifiqué como individuo numerado que soy.
Los leyó detenidamente y echó un vistazo a mis amigos que iban detrás.
Segunda pregunta:- ¿Llevan algún tipo de estupefacientes o explosivos?.
-No, agente, no llevamos estupefacientes, somos autosuficientes para divertinos y a la respuesta de los explosivos...(¿qué decír)..., llevábamos una caja de petardos de todas clases: tracas, cochetes (de corto alcance), carretillas, mariposas, bengalas, truenos (los más grandes, medio metro de mecha), pero eso ¿se consideraría explosivo?, eran para la fiesta.
Si decíamos que sí, igual nos los confiscaban y si decíamos que no,  ¿estaríamos mintiendo a la autoridad?.
Dijimos que sólo material pirotécnico, en modo usuario.
-Abra el maletero- dijo a continuación.
Ahora sí que la íbamos a líar. Dentro estaba el sexto elemento. Conste en acta que lo hicimos obligados, perfectamente cabía entre Pepe y Martina, pero por no incumplír las normas nos vimos obligados a so-meterlo en tercera clase.
El otro,(total, ya para qué), cuando se abrió la puerta, ya estaba con la caja de petardos en la mano ,creo que para desviar de él la mirada del agente, (como si este Miguel fuera transparente!), Buenas, papá ,acertó a decír, como el que no quiere la cosa.
-Pero, ¿esto qué significa?- dijo el guardia y a la vez Padre suyo.
Nunca vimos un miguelillo tan amarillo...,
-Acompañarme a la comisaría-, fueron las cuatro palabras que cerraron aquel episodio en la cuneta de la N-xxx.
Miguel fue invitado a subír en el coche patrulla y nosotros, en comitiva, los seguimos.
Allí nos hicieron pasar a una dependencia donde se ponen denuncias y justamente, (no había otro día), mi madre allí estaba.
Mamá!...¡hijo!...,tal que Marco cuando encontró a su madre en los Apeninos o los Andes. -¡qué haces aquí?- pregunta elevada a la quinta potencia-.
-Me han llamado para identificar los objetos que me robaron, ya sabes, el portátil, la cartera, el reloj...
¿ y vosotros?.
-Creo que nos han detenido por ilegales, secuestro y banda armada.


viernes, 21 de septiembre de 2012

Entre tu y yo.

Yo te tuve, te tuve entre mis brazos y en tus labios
dejaba besos con temblor de mariposas,
te he tenido en cada instante de mis días,
y te guardo en el ángulo felíz de mi memoria.
Te dibujo de la forma en que te siento
recorriendo de tu mano, el camino más pequeño,
no hay espacio entre los dos que nos desuna,
tu mano firme, me moldea a tu deseo.
Cuando te busco, en el rincón de mi memoria,
siempre te encuentro, no te has ido, estas conmigo,
y a veces te hablo, tu me escuchas, yo te entiendo,
entre tu y yo qué puede haber si no es un cielo.


lunes, 17 de septiembre de 2012

Dulce locura.




¡Ay que me tienes loquita!,
loquita por tus pestañas,
por esa sonrisa en tu cara,
¡la más bonita de España!.
Mozo de porte galante,
¡me estás quitando el sentido!,
y tú ahí estás, tan campante,
sin saber lo que ha ocurrido.
Yo te lo voy a decír,
por mí, no quede el hablarlo,
y lo que haya de venír,
que venga, ¡ pero rodando!:
Me palpita el corazón,
y aunque quiero sujetarlo,
es un caballo trotón
difícil de echarle el lazo;
y es que tus ojos me matan,
tengo sed si veo tu boca,
tus dos manos me desatan,
tus palabras me provocan.
Y no hay más alternativa,
cuando te tengo delante,
que mostrarme muy altiva,
o en tus brazos derrumbarme.
O me doy la media vuelta
en ese preciso instante
y echo la aldaba a la puerta,
y no salgo ni a la calle,
o te asalto con un beso
cuando te tenga delante,
y así, te llevarás preso,
mi corazón delirante.


viernes, 14 de septiembre de 2012

Hay amores.

Hay amores que huelen a pan


recién hecho, como la mañana,
tan grandes que es imposible pensar
que su pequeñez sea tan amplia.
Hay amores que cortan la respiración,
imborrables, por ser el primero,
que hacen temblar el corazón,
amor de aprendíz, amor verdadero.
Hay amores de fuego en las venas,
de tormentas en la noche,
tan fuertes, que rompen cadenas,
de pasión volcada en derroche.
Hay amores serenos, pactados,
amigos caminantes de la vida,
de mundos encontrados,
fielmente estrella y guía.
Hay amores que crecen lentos,
porque el aire lleva semillas,
y cuando sopla fuerte el viento
en el corazón germinan.
Y hay amores que no pesan, de papel,
de tinta y pluma y verso,
dime entonces, tú lo has de saber,
¿será así, tal vez, el nuestro?.



 
 

lunes, 10 de septiembre de 2012

La urraca y el drogodependiente.

Caminaba por la calle una mañana y a lo lejos, un destello llamó mi atención. Era...como una figura metálica, desprendía reflejos pero no estaba quieta, cosa que llamó más aún mi curiosidad. No debía tratarse de un objeto inanimado, pues se movía.
Me acerqué invadida por la intriga y de repente, una persona se giró hacia mí preguntándome ¿está cerca de aquí la parada del autobús C?.
¡Aquella era la fuente del brillo!.
Lo admito, yo parecería una urraca, (dícese de un ave a la que le atrae todo objeto brillante),

 pero él...¡un drogo-de-pendiente!.


viernes, 7 de septiembre de 2012

Carta de un recién nacido.



Hola, no traigo carta de recomendación. Para mí, todo es tan nuevo como para  tí, pero no te asustes conmigo, ni tan siquiera tengo dientes.
No entiendo nada, pero no me preocupa, sólo ¿ me podéis cuidar?, no tengo fuerzas para hacerlo yo solito todavía y, ¡ tengo un hambre que da calambre!. Cuando me tome la leche tan rica que me tienes preparada, me iré haciendo fuerte. También tenéis que ponerme un nombre, podéis elegír el que más os guste y lo conservaré para siempre; ese será el segundo regalo que me hacéis.
Tengo tanto sueño que me va a costar estar  atento a tu mirada, pero, te conozco, conozco tu voz y algún que otro secretillo. Sé que un día te caíste al bajar la acera, pero no quisiste decírselo a nadie, yo tampoco lo diré. Te guardaré el secreto, sé que te preocupó más el susto que me llevé que el moratón que te hiciste en la rodilla.
Aquí hace frío, por eso me tiembla un poco la barbilla y por eso lloro, ¡se estaba tan calentito dentro de la nube!. Por si no lo sabes, estaba dentro de una nube llena de agua  pero, no se lo que habré tocado, que en un momento desapareció y tuve que salír a empujones de allí. Lo pasé un poco mal y tú también, lo sé, por eso quería salír cuanto antes.
Me han dicho que aquí afuera, me espera un mundo de color de rosa o azul, de besitos y mimos, de paseos en carrichoche y baños de agua calentita, ¡con lo que me gusta!.
No prometo estar siempre callado,  por que si tengo hambre,...¿cómo os lo voy a decír? y si necesito de vuestro calor y caricias para dormirme, o me duele la barriga,...¿cómo os lo voy a decír?, por eso, cuando esté más despierto, tenéis que enseñarme a hablar como vosotros y así me entenderéis mejor.
Prometo quereros siempre, sólo quiero que vosotros también lo hagáis, estoy en vuestras manos y aprenderé de vosotros todo, tenéis que ayudarme a ponerme de pié en la vida.
Estoy felíz de haber llegado a vuestros brazos, papás, y aunque no se lo que significa todavía,..¡.os quiero mucho!


Firma y rúbrica:
estas manos.



domingo, 2 de septiembre de 2012

Viajes de ayer y de hoy.



La esposa, el marido, la abuela,
el perro, el canario y tres nietos,
viajan de Madrid a Orihuela,
embutidos en el seiscientos.
A la velocidad de la luz,
-dividida esa cifra entre mil...-
sin airbag, en asientos de escay,
y en cada sentido un carríl.
¡Y llegaban!.
Eran viajes de detalles,
de disfrutar los paisajes,
y meterse por las calles
de los pueblos que cruzasen.
La radio, si es que llevaba,
era de dos botones:
uno, al volumen le daba,
el otro, buscaba emisiones.
¡Y llegaban!.
El maletero delante,
el motor iba detrás,
una paellera el volante,
¡qué bien se podía agarrar!.
Lo malo de este trayecto,
-por poner algún defecto-
es que tardaban un día,
en aquel viaje perfecto
de visitar a la tía.
Hoy, en cambio, los coches,
de gasoil o gasolina,
son un completo derroche,
discotecas ambulantes
con manual de cabina.
Cuatro airbags los rodean,
hay un chino que habla dentro,
y cuando tomas asiento,
-¡qué sensato, qué talento!-,
te recuerda: ¿llevas puesto
el cinturón y las luces,
el espejo? ¿y la maleta?,
¡llevas abierta la puerta!
a cien metros un cruce,
a la derecha una curva,
un radar se deduce...
Y vas tan ensimismado
con tanta tecnología,
que recorres Andalucía
en cero, coma, dos días
¿y qué paisaje has mirado?.




sábado, 1 de septiembre de 2012

Tres, dos, uno...acción.

Contento me tienes, Gertrudis,
un roto en los patalones,
un siete en los calcetines,
y faltan cuatro botones
en la camisa, ¡jolines!.
Me llevas hecho un mendigo
y así, saldré en los pasquines,
¡yo, siempre tirando a divo,
preciso como un longines!.
Esas telenovelas,
te están sorbiendo el cerebro,
no encuentro ya la manera
que me dediques más tiempo.

Mira, amor, lo que te digo,
si el pantalón no he cosido,
es porque me he dado cuenta
que, cuando cruzas la puerta,
no te vas a la oficina;
pero sí con la vecina.
Hay que ver qué poca idea
que tienes en la cabeza:
cambias el coche de acera
para que no me de cuenta.
Ahí tienes hilo y dedal,
o que te cosa tu diva,
ahí tienes el delantal,
o te guise la comida
y la llave del portal,
la dejas en la encimera
¡que no veo telenovelas!,

Ahora te voy a contar,
para tu información,
lo que miro con atención:
Una cámara digital
coloqué yo, en la escalera,
que enfoca justo a la puerta
de la vecina Manuela.
Y estoy tan entretenida
con tus idas y venidas,
que no necesito más muestra,
ni culebrón ni mentira.
Ya estás cogiendo la puerta,
con prestancia y apremio,
¡ah!... y te llevas un Oscar
¡
porque mereces el premio!.