viernes, 5 de octubre de 2012

Recordando a un noble hidalgo.

Que me perdone Cervantes
por traer a Don Quijote
a estas tierras de Levante.

Pasó gran caballero,
una vez, por estas tierras,
andaba con fiel escudero,
a vos, os cuento en leyenda.
Entró con paso templado
por donde se abre la puerta
de esta tierra salinera que,
si acaso tiene huerta,
si acaso molinos tuviera,
no son más que blanca yerba
y el Levante en mar abierta.
Pidió el noble señor,
en la noche, cama y vianda;
para hidalgo y servidor
dieron sábanas de Holanda.
Y soñó el gran soñador
con su amada Dulcinea,
creyó haber oído su voz
en el arrullo de la marea.
Levantóse noble Quijote
siguiendo el perfume a brea,
y detrás, buen Sancho, a trote,
lo siguió hasta la arena.
-¡Sancho!, ¿no oís esas voces
que cantan?, ¡es Dulcinea!,
¿O será la mar que, en la noche,
está muriendo de pena?
¡He de ir en pos della,
vive Dios que no habrá nadie,
que a causarle daño atreva!;
si es la mar, que con el aire,
están juntando sus fuerzas,
¡soy caballero amante!
y no habrá quién me detenga.
Cuando las olas cubrían
más allá de su cintura,
se apagó la melodía,
y se encendió su cordura.
-¡Mi señor, volved a tierra,
regresad pronto a la arena!,
no es la voz de su doncella,
son romanzas de sirena
cautivando a los marinos,
en noches de luna llena.

Con prístino rayo de alba,
partieron los dos cabalgantes
hacia tierras de La Mancha,
dejando atrás el Levante.


María José.







2 comentarios:

  1. Genial, genial. Aplausos. Me ha encantado... Por poco se nos ahoga el buen Quijote.
    Abrazos.

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  2. Hola Era,gracias graciosa, he tenido que hacer unos arreglillos porque, verdaderamente, en aquel tiempo aún no habían llegado las habaneras aquí. Nuevamente, que me perdone Cervantes, por no haberlo pensado antes.
    Un beso grande.

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