viernes, 22 de marzo de 2013

Amberes.

 
Sentado en el gastado sillón de cuero, sostenida su vieja reliquia en la mano derecha, Ovidio inhala el robusto tabaco de su pipa. El transistor emite en ese momento una nostálgica canción y esa voz femenina, junto con el humo grisáceo de la calada, lo transportan de nuevo al puerto de Amberes.
 

 Corría el añó de Dios de 1945 cuando desembarcamos de La Morena en un día brumoso. El puerto bullía en una trepidante actividad, mercancías llegadas de inimaginables lugares esperaban a los muchachos que, antes de despuntar el alba, aguardaban un puesto ocasional como porteadores de aquellos bultos desconocidos hacia carruajes en espera de ruta.
Por aquel entonces yo, Ovidio, era un fornido muchacho de diecinueve años, de barba rala y chispeantes ojos morenos que hacían contraste con mi alma marinera. Mi padre me llevaba allende los mares transportando especias, veníamos de las Molucas en un viaje que duró tres meses y en aquel puerto era donde nos esperaba el viejo capitán de los negocios Patrick Vranken.
Patrick aguardaba en su despacho, un habitáculo dentro de un edificio gris rodeado de ojos, las trescientas ventanas que observaban el trasiego de los grandes buques.
Mi padre y él se saludaron afectuosamente, ya eran viejos amigos de negocios y aquel momento fué aprovechado para presentarme, con el vaticinio de que yo sería quién lo supliría algún día en el arte de la navegación. Nos estrechamos las manos, viejas y finas las suyas, áperas y grandes las mías y comenzaron la negociación.
Mientras tanto, el sol luchaba por abrirse paso por entre las nubes bajas que estaban fuera de lugar y lo consiguió, a eso del mediodía. La resonancia de una voz se escuchó, de repente, por encima del sonido sonámbulo del gentío.
Nos asomamos a la ventana para ver qué sucedía y Patrick, sin levantarse del sillón y restando importancia al asunto anunció: -Bah!, ya está la loca ahí otra vez.  La loca, era una joven de no más de veinte años y según nos contó el belga, cada vez que un barco atracaba, se detenía delante de él gritando un nombre.
-Dicen que busca a su padre, vete tú a saber quién tiene ganas de hija en un lugar así.
Bueno, tal vez la muchacha confía en que algún día aparecerá- fué mi respuesta.
-¡Ay grumete! añadió Vranken, ni te imaginas la de cosas que se dejan olvidadas en los puertos...-así concluyó la anécdota.
La mañana continuó su ritmo y  llegados a  buen acuerdo, mi capitán y mercante, optaron por cerrar el trato delante de un buen estofado acompañado alegremente por unas cervezas de Koninck. No participé en la clausura gastronómica, opté por visitar los aledaños de la ciudad. Me sumergí en sus estrechas y diamantinas calles, una de la cuales desembocó en una gran avenida rodeada de edificios triangulares. Aquello era Amberes, la ciudad abierta a todos los continentes.
Sentada en un portal reconocí a la joven del muelle, crucé por su lado sin detener el paso, ¿a qué había lugar?, pero, retrocedí; la muchacha descansaba su cabeza sobre las rodillas y sus propios brazos intentaban reconfortarla en un abrazo.
-¿ Te encuentras bien?, acerté a decirle.
-¿A quién le importa eso?, me dijo levantando vagamente la mirada.
Me aproximé  a su lado para decirle que me parecía arriesgada su actuación, de la cual fuí testigo esa mañana en el puerto y que cualquier desaprensivo podía aprovecharse de ella con alguna artimaña.
-Mi hermano volverá un día, sé que lo hará- . Me acomodé a su lado, quise saber más de aquel muchacho, tal vez su nombre me sonara y pudiera darle aguna pista de su paradero.
-Hace tres años embarcó en un bajel con bandera alemana. Mi madre aún vivía y él quería recorrer mundo, conocer la mar desde dentro, volar sobre las olas, como él decía...y durante un año y medio nos enviaba cartas desde muchos lugares del mundo, postales maravillosas que guardo en un álbum, la última desde España. No sé nada más desde entonces, nadie me dice nada y es lo único que tengo.
Vivo con mis tías, hermanas de mi madre, pero nadie sabe la pena que me oprime el pecho, mi hermano mayor era mi hijo pequeño.
De ahí a la mañana en que zarpamos en La Morena , con la muchacha, hacia Barcelona, queda omitido, sobre todo por la cantidad de trámites burocráticos ,resalto en cambio a mi padre, Jaime I, "El Capitán Generoso". 
Llegados a nuevo puerto comenzó la aventura terrestre de encontrar a Alain. Dejó pistas de su paradero en comisaría. Con fecha 12 de diciembre de 1944, una denuncia por robo de pasaporte, lo que menos le interesaría al ladrón de la catera, fué constancia del paso del hermano de Natali en suelo español. Supimos por un número de teléfono que dejó como referencia, de un amigo suyo, que estuvo en astilleros del Ferrol trabajando de calafate. Indagamos nuevamente sobre su pista y, nuevamente perdimos su rastro.
Mientras tanto, Natali se instaló en nuestra casa para compaña y alegría de mamá. Mi padre, yo y La Morena continuamos navegando y Alain, quedó entre paréntesis.
Natali estudió enfermería y ofreció sus servicios en el nuevo hospital de La Santa Creu y, en un día brumoso, de nubes alicaídas, un paciente ingresó en urgencias. Se trataba de un bebé de dos meses al que acompaban unos padres temblorosos, el pequeño ardía en fiebre y corría peligro de deshidratación. Fué atendido en maternidad por un excelente doctor y a su cuido y vigilancia le asignaron una enfermera, Natali. Estuvo entre la vida y la muerte, pero la moneda de la vida cayó de cara y aquel chiquitín era tan fuerte como un diamante. Era el hijo de Alain, el eslabón que cerraba el círculo, fué...la casualidad, fué...el destino, fué...llamésmole como queramos, pero existe.
El sobrino de Natali llenó el paréntesis que antes ocupaban los puntos suspensivos.
 
Para mayor gozo de mi vida, mi abordaje en tierra de Amberes es la muestra viva de la buena fama que tienen de pulidores de diamantes, me llevé el mejor, ¡ella!, la aurora boreal de todos mis días.
-Ovidio, vamos, que la comida se está enfriando.
 
Sacude la pipa apagada y apaga el transistor, la bruma se ha disipado.
 
 



                                                           
 
 
 

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