domingo, 26 de mayo de 2013

Cayó una estrella del cielo.

Cayó una estrella del cielo
y una estela de colores
la acompañó hasta el suelo.
 
Mas la estrella no era feliz
en este nuevo mundo,
necesitaba el matiz
de su cielo azul profundo.
 
Desde el suelo hasta el cielo,
pedía ser lanzada,
pero su ferviente deseo
era una quimera vana.
 
Una gaviota, enterada,
quiso hacer feliz de nuevo
a esa estrellita estrellada,
que lloraba sin consuelo.
 
En su pico, con suavidad,
tomó su cuerpo celeste,
y echó con ella a volar
de Norte a Sur, de Este a Oeste.
 
Pero por más que volaba,
por más que al cielo subía,
jamás alcanzaba
lo que fielmente prometía.
 
Extasiada ya, sin aliento,
la estrella del pico cayó,
pero no fue vano el intento,
 en el mar se sumergió.
 
Y allí, en el fondo marino,
la estrella feliz se quedó,
rodeada de azul cristalino.
 
Los luceros, sus hermanos,
aún la buscan sin parar,
y desde entonces los océanos,
son cielos, con estrellas de mar.



 
 
 
 
 


 
 
 
 
 
 
 


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