Con amor y con esmero
grano y agua le servía,
él mimaba a su paloma
y ella le correspondía.
La enseñó a enviar mensajes
y otros tantos le traía,
de su ventana a una torre
volaba todos los días.
Era cierto que adoraba
a su blanca compañera,
confidente y fiel, alada,
su paloma mensajera.
Y ella, por verlo felíz,
todo su vuelo prestaba;
de sus labios, de sus manos,
se sentía enamorada.
Marchó inocente una tarde,
con una notita enrollada,
y al llegar hasta la torre
una joven la esperaba;
una mujer de ojos claros,
tomó la nota guardada,
soltó el nudo de aquel lazo
que con celo, ella guardaba.
Y la paloma sintió
que el corazón le quemaba
cuando la joven leyó
aquel poema en voz alta.
La muchacha estaba alegre,
la muchacha sonreía
y al mismo tiempo, de pena,
la paloma, allí moría.
grano y agua le servía,
él mimaba a su paloma
y ella le correspondía.
La enseñó a enviar mensajes
y otros tantos le traía,
de su ventana a una torre
volaba todos los días.
Era cierto que adoraba
a su blanca compañera,
confidente y fiel, alada,
su paloma mensajera.
Y ella, por verlo felíz,
todo su vuelo prestaba;
de sus labios, de sus manos,
se sentía enamorada.
Marchó inocente una tarde,
con una notita enrollada,
y al llegar hasta la torre
una joven la esperaba;
una mujer de ojos claros,
tomó la nota guardada,
soltó el nudo de aquel lazo
que con celo, ella guardaba.
Y la paloma sintió
que el corazón le quemaba
cuando la joven leyó
aquel poema en voz alta.
La muchacha estaba alegre,
la muchacha sonreía
y al mismo tiempo, de pena,
la paloma, allí moría.
Una historia preciosa en romance .El amor no se puede compartir y la paloma lo sabía.
ResponderEliminarTe dejo un abrazo.
Muchísimas gracias por tus palabras y tu agradable compañía.
ResponderEliminarTe mando un abrazo Jero.