A veces soy ola crecida y rabiosa
que llega en volandas surgiendo del mar,
una onda lanzada, que se estrella en la roca,
y una vez rota, vuelve a callar.
A veces soy astro, lejano y perdido,
que desde el silencio sólo puede mirar
las manos que arañan, los labios mordidos,
las mentiras pardas y el mar frente al mar.
Pero siempre
puedo ver la terneza
de las palomas zureando en el palomar,
la limpia y eterna pureza
del niño naciente que gime al llegar.
Y sé, que todos los ojos,
por tristes que sean,
no quieren llorar.
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