Me dejaron sola las aguas, los vientos,
el suave vaivén que me iba meciendo,
tan solo quedaron mis manos sin remos,
nadie en el muelle que espere mi encuentro.
Sola y perdida fue mi arribo a puerto,
buscaba el refugio en esa bahía,
de un murmullo dulce que vino de lejos
anunciando tierra, y en ella, su guía.
Quedé sola en la isla
del sueño perdido,
sola con los besos
que había construido,
sola, mi mirada,
mirando al vacío
sola, con mi amor,
sola, con mi frio.
Y volver atrás
que gran desafío,
¡no sé desamar!
y hundí mi navío.
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