sábado, 3 de agosto de 2013

En memoria de Lucía.

 
Le gustaban las palomas,
las mariposas, las flores,
los cuentos y los colores,
lo que más...las palomas.
Era ésta niña, preciosa,
era...luz...¿cómo diría?...
una rayo de sol que asoma,
llevaba por nombre ¡Lucía!.
Pero la vida es absurda,
no entiende la propia vida,
una jugarreta burda,
un camino hacia una cima.
Y a veces ya estando cercana
y con el cuerpo cansado,
se nos impone alcanzarla
obligándonos el paso.
Y otras veces, ¡con tanto camino
por delante para andarla!
y el paso lleno de brío...
no permite caminarla.
 
Los años no dicen nada.
 
Pero a ella le gustaba
el vuelo de las palomas,
aquellas aves tan blancas
volando sobre las lomas.
Cansaditos sus pasos,
los ojos se le cerraban.
Duerme preciosa, descansa,
ya te han crecido dos alas.
Ahora la veo feliz,
la observo sobre las flores
con dos ángeles y un querubín
custodiándola día y noche.
Duerme pequeña Lucía,
no tengas miedo a la noche,
la luna queda encendida
para evitar tus temores.
 
 
 
 
 
 
 
 


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