jueves, 5 de septiembre de 2013

El sueño de un molinero.

 
A la sombra del molino
descansaba un molinero
con el pecho oliendo a trigo,
con el corazón sereno.
Y soñaba con las aspas,
con blancas velas de lino
que, como barco en la mar,
son del viento capricho.
A su sueño lo mecía
el susurro de la yerba
que en la tarde se vencía
en minúsculas piruetas.
Las nubes blancas pastaban
cual silencioso rebaño
que a algún pastor de los cielos
se les habría escapado.
Mi vida ¿será como el trigo?
se preguntaba entre sueños,
pues siendo apenas un niño
era una espiga en el suelo
y ese chico ahora es grande
¡y firme, que miro al cielo!.
Una amapola ha venido
para la vida alegrarme,
tiene los labios de vino,
dulce, y embriaga mi sangre.
Se han molido mis penas,
esos granos de soledad
a los que llamaba amiga
por no quererme abandonar.
Ahora, de blanca harina,
entre su vientre y mi lar
y el amor a fuego lento,
nació un bollito de pan.
 
 
 
 


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