miércoles, 23 de octubre de 2013

Tres canciones para Sofía.

Nació en el seno de una familia humilde, tanto, que era monoparental. Su madre se hizo amiga de la soledad en el mismo momento en que dió la noticia de su embarazo al hombre que fue su pareja. Ella, Adela, hizo de tripas corazón para llevar a buen término su embarazo. Apenas cumplidos los veintidos años supo que la felicidad es un decorado y la suerte, el tramoyista que cambia el fondo del escenario en cualquier momento. Pero aquella soledad, no fue razón de peso para dejar de amar al ser que poquito a poco iba creciendo en su seno.
Sofía nació hermosa y sonrosada como una rosa de Alejandría. Quiso su madre llamarla así por la alusión de su nombre a la sabiduría.- Esta niña llevará aprendida la lección de su madre, le ensañaré a luchar por sí misma y por lo que ama, pese a que los andamios sobre los que pueda apoyarse algún día sean débiles.


Primera canción para Sofía:

Viene mi niña a la vida
con dos rosas en la cara,
trae el rubor en las mejillas
de la flor más delicada.
Un lunar en la rodilla
sobre piel de porcelana,
es la octava maravilla
en mi preciosa niña amada.

Sofía creció siendo una niña felíz. Adela la sacó adelante con una extraña madurez hoy en día en la juventud. Sacrificó la etapa de diversión que cronológicamente le correspondía por derecho, pero con tanto gusto, que la palabra sacrificio no casaba en absoluto con la responsabilidad para con su niña.
El tiempo pasó. Adela, cuando cumplió los treinta años, conoció a un chico, Andrés, y volvió a prender la llama del amor en su vida. Sus miedos, o tal vez su decepción, se fue disipando en el tiempo y el carácter de ese chico avaló toda la confianza en el tramoyista de la felicidad.
Por aquel entonces Sofía tenía siete años y un día, sin más ni más, jugando en el parque bajo la mirada supervisora de su madre, un hombre se presentó delante de la niña. En un principio Adela pensó que sería el padre de alguno de aquellos niños que jugaban, pero de repente le dió un vuelco el corazón. Aquel hombre era Hugo, el padre biológico de la niña.
-¿Qué vienes a hacer aquí?- dijo Adela acercándose rápidamente a su niña.
Ha pasado tanto tiempo...-dijo él-, pero nunca te he olvidado. He sabido de tí y de la niña a través de personas conocidas de los dos..., pero nunca me he atrevido a dar el paso de hablar contigo.
-Nada tienes que hablar conmigo, yo no te conozco, así que vete de nuestro lado o llamo a la policía.
-Tienes que escucharme, te lo suplico, no tiene perdón lo que hice, lo sé y me ha pesado siempre pero... es cuestión de vida o muerte.
Adela cogió a la niña en brazos y se marchó.
Habló con Andres de lo sucedido aquella tarde en el parque, y decidieron ir a consultar con un abogado si Hugo tendría algún derecho sobre su hija, a la que no había visto ni en su primera ecografía. Tenía miedo, realmente estaba asustada más que nunca en su vida. El abogado les dijo que él podía pedír una prueba de paternidad para reconocer a su hija, y en ese caso, tendría derechos y obligaciones sobre ella.

Segunda canción para Sofía:

Mi pajarillo solito en el nido
de su mamá quieren quitarlo,
pero mis alas, que son tu abrigo,
son de algodón y de titanio.
Siempre estarás cogida a mi mano
sin tus deditos, mi bien, me pierdo,
y esta canción de tono amargo
no escucharás, se irá en el viento.

Hugo no volvió a dar señales de vida hasta pasados tres meses de aquel encuentro. Esta vez fue a esperar a Adela a las puertas del lugar donde ella trabajaba, una tintorería. Frente a ésta había una cafetería y le pidió que, por favor, lo acompañara allí para hablar. Ella se negó en rotundo y él se echó a llorar como un niño chico.
Aquello le sorprendió tanto que su blindaje cayó de repente, no entendía ese amor tan conmovedor y repentino...accedió a escucharlo.
Tomaron asiento en una mesa alejada de las miradas y allí le expuso lo grave de su situación:
No quiero haceros daño a ninguna de las dos, ya te hice bastante en su momento comportándome como un cobarde sin escrúpulos. Fui un inmaduro que no supo hacer frente como tú a las reponsabilidades de mis actos y eso no tiene perdón porque, aparte de dejarte a tí en esa situación, también dejé a mi propia hija a su suerte. Ahora vuelvo nuevamente como un cobarde asustado y necesitado, egoísta.
Me casé hace cinco años, tengo un niño de dos años y está enfermo. Necesita un transplante y Sofía es una posible donante para él. Sé que merezco todos los calificativos que quieras ponerme pero, ya no piensa en mí, piensa en que ahora, si esa posibilidad existe y me la niegas, también estas abandonando a un ser inocente a su suerte, que sin ser nada tuyo, es hermano de Sofía. Jamás mi intención es quitarte a la niña, ella ni me conoce, pero esto puede ser un final, o el principio de una nueva oportunidad para todos. Piénsalo Adela, la niña no correrá ningún riesgo grave para su salud y a cambio, puede darle la vida a su hermano. El tiempo apremia, sólo te pido que tengas el corazón que yo no tuve en su momento.
Le dejó una tarjeta con su teléfono y direción y se marchó con el paso de quien lleva una pesada carga sobre los hombros.
Adela habló largo y tendido con Andres sobre lo sucedido, pasaron días de incertidumbre, dudas, sentimientos encontrados..., pero su hija se llama Sofía y ella la sacó de dudas.
Mami, tienes que cortarme el pelo como Andres, -le dijo una mañana-
Pero si Andres no tiene pelo,- le contestó a la niña echándose a reír.
Ya lo sé, pero es que Eduardo, un niño de mi clase, ha estado malito y le han tenido que cortar el pelo porque le dolía la cabeza. Ahora que ha vuelto al cole me ha dicho que se siente un poco mal porque todos lo miran raro y para que no lo vean raro yo también me lo quiero cortar.
Sofía, ¿tu ayudarías a un niño que está muy malito,... pero de otra manera?. Tendrían que operarte y pasarías unos días en el hospital, pero el otro niño se curaría.
Yo sí, -dijo Sofía-, si yo estuviera enferma, ¿tu no quisieras que me ayudaran a mí?
¿Dónde hay que apuntarse mami?
El niño de Hugo fue operado, Sofía era compatible, tuvo que someterse a dos intervenciones que le valieron por un hermano, un segundo padre y madre y el acertado nombre que en letras de oro lleva en el pecho, con permiso de mamá.

Tercera canción para Sofía:

Nació una niña sin padre,
con madre que vale por dos,
con inocente coraje
y un juguete en el corazón.
Es el juego de la vida
que con fuerza y con amor
en bondad se mutiplica,
cuando existe el perdón.

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