Siempre estuvo ahí
pero yo, no lo veía,
era como un gorrión
que volaba en el día.
Pero un día sentí la ternura
que su persona escondía,
y me asomé a su nido
bajo una rama sombría.
El corazón me dictaba,
en ese preciso momento,
que mis labios sellara,
que guardara silencio
que no molestara su canto
ni su vuelo sereno.
Pero no pude callarlo,
y le dije te quiero.
Luego, lloré al comprender
que no podía tocarlo,
pero prefiero llorar,
que causarle algún daño.
.
Lo mejor que se puede hacer por un gorrión,quererlo y dejarlo libre.
ResponderEliminarBellos versos María José.
Abrazos
Hola Jero, te doy las gracias por haber venido a visitar mis letras.
ResponderEliminarRecibe el abrazo que con afecto te mando.
Feliz fin de semana.
No podrás tocarlo;
ResponderEliminarasí es la naturaleza
pero se asoma a tu ventana
y así podrás contarlo
para admirar tu belleza
para ver si estás alegre
volando y sin pereza
y cuando escribes, lee
y canta cuando tu cantas
y cuando feliz te ve…
cabriolas hace, unas cuantas.
¿No sabes que los gorriones se dejan morir si se les encierra? Solo en algunos casos se ha logrado que acepten el modo de vivir de los humanos.
Disfruta de su compañia y ve a visitarle cuando te sea posible. Persuadele con tus cantos.
Un beso.
Juan Mendiño.
Un beso.
Juan Mendiño
Muchas gracias por tu visita y por tus bonitos versos que me dan alegría.
ResponderEliminarMi gorrioncito sabe que mientras no me considere una molestia para él lo visitaré siempre.
Un beso Juan.