jueves, 23 de enero de 2014

La madre que la trajo.

Mari Carmen llega muy contenta a su casa, trae una sonrisa que quiere disimular pero se le refleja en los ojos. Marisa, su madre, la escucha canturrear desde la salita en donde se encuentra y la llama:
-Niña, acércate que quiero ver esa cara de rosa, anda ven chiquilla.
Mari Carmen entra en la habitación y se acerca a su madre que está sentada en un balancín con un libro abierto descansando sobre sus rodillas.
-¿Y esa alegría que traes pegadita a la garganta? ¡Huy! si se te ríen hasta las niñas de los ojos, anda, comparte glorias hija, comparte.
-Ay madre, que el Fermín se me ha declarado...mira, mira como me tiemblan las manos-  (cascabelillos parecen)
-¿El Fermín? ¿ese? ¿el de la Pasiflora?
-No le digas Pasiflora a la mujer, bien sabes que se llama Acacia.
-Bueno me da igual, hablamos del mismo y ese para ti no me gusta ni chispa que no tiene oficio ni beneficio. Si no hay más que verlo como anda...cansado de estar cansado. Anda anda quítale el ojo de encima que vas a terminar tomando tilas por costumbre como los ingleses su té.
-Mira que eres superficial, mamá, no te puedes dejar llevar por las apariencias, es tan bueno...y si que tiene oficio, es carpintero lo que pasa es que aún no se ha colocado.
-Carpintero!, lo que faltaba. Todos los oficios que terminan en ero nos han salido mal en la familia. Acuérdate del tío Jesús, fontanero, que se quemó las narices con el soplete y luego no se olió el desbarajuste que se llevaban sus socios con las cuentas. Y el primo Tomás, jardinero...que por allá andará, por Mallorca, con la sueca aquella y la mujer y los hijos aquí plantaos. ¿Y mi hermano Enrique?, cocinero, cocinero loco por los sartenazos que su mujer le dio a consecuencia de los mareos que traía cuando llegaba a su casa, que juraba y perjuraba que eran por los vapores de los flambeados.
No hija, tú lo que necesitas es un notario, un ministro de la gobernación, un piloto que te pasee con el avión...
-Cómo eres, nosotros también somos gente humilde mamá.
-Por eso mismo hija, por eso mismo, si ya somos humildes ¿para qué queremos más humildad?
por no hablar de los cuatro pelos que tiene, que para ser de tu edad está hecho un *cherol. Mira, vamos a su casa que yo hablaré por ti.
La hija se niega en rotundo, pero la madre, con muy buenas palabricas la convence.
Agarradas las dos del brazo, toman la acerita de la sombra en un dieciséis de agosto camino de la casa de Acacia y Fermín.
La señora madre del casi novio las recibe con mucha alegría, les da paso a su casa ofreciéndoles unas sillas, ambas tapizadas en terciopelo granate.
¿A qué se debe ester honor, Marisa?, me da mucho gusto recibiros, que niña tienes, es un primor de chiquilla.
-Por eso mismo veníamos Pasi...¡Acacia!, resulta que dice la niña que tu hijo y ella están comprometidos, pero no puedo permitirlo, ella es muy jovencita para casorios, y aparte de eso, quería decirte que tu Fermín, que por cierto ¿dónde está?
-No lo sé, salió esta mañana muy aturullado y aún no ha vuelto-
En esto que entra Fermín muy acalorado y nervioso, como fuera de su ser.
-Ay Mari Carmen...- dice el muchacho a su novia.
-¡Ay Mari Carmen...!
-¡¡Ay Mari Carmen...! ¿qué?- contesta Marisa.
¡-¡Que me ha tocado la lotería! ¡50 millones!.
-Uuuuuhhhhh- grita Marisa echándose las manos a la cabeza. Acto seguido rebusca en su bolso hasta encontrar el abanico de madera que abre con un impetuoso ¡rasss! y comienza a airearse de arriba abajo con ritmo flamenquillo, y muy salerosa ella comenta:
-¡Ya tenemos para la boda, el piso y la carpintería!...ves hija, ¿yo que te decía? que eres muy joven para casamientos, pero que no ibas a encontrar mejor muchacho que Fermín, míralo, qué brío, qué disposición...si yo sé que aunque seas muy joven mi sacrificio vale la pena. ¡Si es que me los como a los dos!
-Mari Carmen mira a su madre incrédula y le lanza la última pregunta:
-¿Y los cuatro pelos?-
-¡Los cuatro pelos qué frondosos hija!

-
*cherol= posiblemente esta palabra sea una deformación lingüística de charol, aquí la usamos en referencia a las piedras redondas y lisas que se encuentran a orillas del mar o de los ríos. A Marisa, la cabeza de Fermín se le antoja un cherol por lisa y brillante, carente de pelos.

2 comentarios:

  1. Qué buena verdad es que con dinero cualquier novio parece más guapo y más alto...:)
    Un relato muy bien narrado Mª José, con mucha gracia y desparpajo y utilizando giros muy nuestros, muy españoles. ¡Cuántas bodas no se habrán montado así, por el interés..!

    Me gustó tu cuento y me divertí leyéndolo. Gracias.

    Un abrazo.

    Por cierto, feliz cumple, aunque tarde. Lo leí más abajo...:)

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  2. Me alegra que te haya resultado esta lectura entretenida, me ha hecho gracia eso de que con dinero el novio parece más guapo y más alto jajja seguro que la suegra, al final, le veía hasta flequillo y todo jajaj.
    Muchas gracias Jero por tu visita y felicitación :)
    Un abrazo

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