lunes, 24 de marzo de 2014

La espera.

Una mañana de primavera,
de la más triste que vi salir,
tomaste rumbo para otra tierra
y desde el puerto te vi partir.
No llores niña, dijiste al verme
con mi pañuelo decirte adiós,
que éste marino volver no puede
a consolarte por tu dolor.
Adiós, adiós,
mi corazón,
adiós marino,
adiós estrella,
adiós ¡amor!
Adiós, adiós,
mi corazón,
cuida de él, viento,
cuida de él, agua,
cuida de él, ¡Dios!.
Después de muchas noches sin verlo,
después de días sin su calor,
llegó el verano, llegó el invierno
y mi marino no regresó.
Anclada a tierra quedó mi suerte,
sin una carta, sin un rumor,
sin nadie nadie que me recuerde
que su barquito no naufragó.
Adiós, adiós
mi corazón,
adiós marino,
adiós estrella,
¡Adiós Amor!
Adiós adiós,
mi corazón,
cuida de él, viento,
cuida de él, agua,
cuida de él ¡Dios!
Pero las olas son alas finas
que nunca olvidan el buen amor,
y lo protegen, y lo encaminan,
y lo devuelven al malecón.
Con el pañuelo, aquel que un día,
llorando perlas lo despedí,
hoy lo recibo y limpia mi pena,
porque la espera, lo trajo a mí.



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