lunes, 21 de abril de 2014

Sin barreras

De los tres signos que descubro en la mañana
toditos ellos me traen al pensamiento
tu voz callada, la que escucho si me hablas,
por más camino que separe nuestras casas.
De la alborada el primer rayo son tus ojos,
que se abren a la par que mis pestañas
y llega el aire donde azahares se levantan,
después tu mar, acercándose a mi playa.
Ya los tres juntos se me agitan en el pecho
despertando tu dulce nombre entre mis labios,
yo lo pronuncio, y así se te llevo todo el día
caminando entre el hacer, y mi melancolía.



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