Y me dijo, al sentir mi pecho ardiendo,
la voz serena de una corazonada:
No lo mires, sigue andando, ya no ha tiempo,
no te vayas a sentir enamorada.
Y yo, que soy más que razón contradicción,
no le hice caso ni a quién bien quiso salvarme,
y lo miré, y lo escuché, así que entró en mi corazón.
Y el hecho ahora es que no puedo olvidarle.
¡Si yo pudiera dar la vuelta al corazón!
¡Si yo pudiera de esos ojos hoy salvarme!
escucharía nuevamente a la razón
y con más fuerza ¡volvería a enamorarme!.