viernes, 4 de julio de 2014

Lluevan letras.

Una nube se avecina y apunta directamente sobre las cabezas de la gente, comienza a llover. Primeramente es una fina lluvia de letras la que cae, instantes después lo hacen palabras; seguidamente,  frases, y la lluvia se vuelve cada vez más y más densa hasta convertirse en textos. 
Y la gente ahí, mojándose.
 Sus cabezas quedan empapadas de literatura, y tanta humedad en el cerebro, consigue que crezca su mundo interior.

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