lunes, 27 de octubre de 2014

Otro capítulo de Drácula

Los fines de semana le empezaban a gustar, transcurrían éstos desde el viernes noche hasta las 4 a.m de lunes siguiente. Se hizo adicto a los controles de alcoholemia, coger vicios no cuesta mucho y como volaba, aunque fuera dando traspiés, tenía capacidad de medio/largo alcance. Así pues tuvo la oportunidad de conocer un sinfín de ciudades con sus correspondientes rotondas. Uno de aquellos controles fue determinante, ya que le dio un giro inesperado a su existencia. Sabiendo que era un tipo austero, que con su dos metros por uno de ancho que es lo que medía su casa caseta ya se había conformado, -aceptó sin más remedio el embargo de su castillo-  cayó en una sintomatología grave y aguda por culpa de tomar alimento sin control de calidad. Expongo los hechos:
La noche del 14 del 10 del año vigente retuvieron a unos individuos, él ya esperaba agazapado como siempre, pero los susodichos eran diferentes en cuanto que iban trajeados como él, a excepción de la capa. Los observaba meticulosamente, eran cinco, le llamó la atención que fueran más mayores que los habituales y no se le ocurrió otra cosa que pensar que esos entenderían más de caldos y licores, que posiblemente esa noche se metería entre pecho y espalda un buen reserva, esperó y escuchó, lo más que pudo oír fueron sus nombres de la voz del guardia que tomaba nota de ellos:
Tárcenas.
Mujol.
Sirdangarin.
Porrea.
Flesa.       (el coche sólo era de cinco plazas)
Como todo el mundo va a lo suyo él también fue y se les apalancó en el cuello de uno en uno, bueno, aquello se convirtió en su fiesta del sorbete.
Cuando despertó a la noche siguiente, un algo extraño le estaba pasando por dentro, estaba inquieto, no sabía qué le ocurría, sus dedos índice y pulgar no paraban de rozarse automáticamente uno con otro, las dos manos llevaba así, y cuando tenía un momento de descanso las manos se le iban a los bolsillos, palpando, como buscando algo que no sabía lo que era...una zozobra tremenda aquella. Acto seguido se puso a escribir, sólo números le salían, números y números, cuentas larguísimas, de ocho dígitos por lo menos, multiplicándose entre sí...cada resultado se le presentaba en divisas o en su defecto en euros, era todo extrañísimo. Entonces cogió un libro de medicina y alimentación que alguien dejó olvidado por algún rincón ni se sabe cuando y comenzó a leer. ¡Zas! lo cerró cuando hubo encontrado la explicación ,que era la siguiente según
Ludwig Andreas Feuerbach: "Somos lo que comemos". ´Drácula había sido infectado por el virus de L A  C O D I C I A. ¡Danger!
Ahora se le viene encima la Misión Imposible de encontrar la vacuna que inocule ese virus tan patológico, por eso está buscando a Robin Hood, necesita sus anticuerpos urgentemente. Es muy difícil encontrarlo pero alguien le ha dado esperanzas para hallarlo: el pequeño Ricolás, que asegura tener muchos contactos y que lo conoce. Menos mal Dracu, al final hasta vas a tener suerte.
 
Todos los nombres, excepto el de Drácula y por supuesto y con respeto el del filósofo y antropólogo alemán, son ficticios, por aquello del "anonimato".
 


2 comentarios:

  1. La imaginación volando está y la realidad que sobre vuela, cada vez tiene más agujeros negros, por donde se van los euros y dejan indignación, siembran la miseria…Un abrazo

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  2. Ay Dionisio, vaya cosecha la que se está recogiendo en esta España del alma mía y de todos los que la sentimos. El pequeño Nicolás viene a ser un claro ejemplo, bajo mi punto de vista, de lo que son los intereses creados, cómo por interés se engaña y se es engañado.
    Gracias amigo, un abrazo.

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