jueves, 11 de diciembre de 2014

Las gafas de Salmonete



Había un lugar dentro del agua lleno de rocas, allí estaba la casita de Salmonete. Las olas, sobre todo cuando hacía viento o había tormenta, chocaban fuerte y fuerte contra aquellas rocas, pero sus habitantes estaban acostumbrados a ello. Salmonete era de color rojo y tenía algunas pecas blancas, también tenía unas pequeñas aletas, pero muy fuertes, así como la cola, y era tan fuerte precisamente porque siempre estaba nadando contra las corrientes que hay debajo del agua. La verdad de la verdad es que se lo pasaba pipa. Tenía muchos amigos y no precisamente de su misma especie, qué va, se llevaba muy bien con la sepia Rosita, con el pulpo Fernando, con la estrella Roqueta y el caballito Eduardo. Neptuno, que es el protector de los mares, estaba muy contento de ver lo bien que se llevaban todos.
Un día lo que le ocurrió a Salmonete, debido seguramente a tanta agua en los ojos, es que comenzó a ver mal, él notaba que no enfocaba bien las imágenes, pero no quiso decir nada. Sus amigos se dieron cuenta de ello, sobre todo, el día que Rosita cumplió un año. Ella se había adornado la cabeza con una caracola, iba tan presumida con su peineta cuando Salmonete le dijo:
-Rosi, te ha salido un grano en la cocorota.
Sus amigos se echaron a reír y Rosita se enfadó; Salmonete se marchó un poco triste y avergonzado.
Todo el grupo lo persiguió llamándolo, lanzándole burbujas para que se de detuviera, pero el pececito, a pesar de que volvió la vista atrás, no se detuvo. El pulpo dio un salto grande y se colocó delante suya cerrándole el paso.
-Salmonete, no te enfades con nosotros, nuestras risas no han sido con mala intención, es que nos ha hecho mucha gracia lo que has dicho y Rosita ya no está enfadada. Vamos a hacer una cosa, le diremos a tu madre que te lleve a la consulta del doctor Delfín, él sabe mucho y seguro que da con la solución de lo que te pasa, ¿crees que no nos hemos dado cuenta de que no ves bien? Recuerda el susto que nos diste el otro día, cuando estuviste a punto de comerte aquella gamba que llevaba un anzuelo. Los camarones con los que nos alimentamos llevan cáscara, no están pelados, pero no lo distinguiste. Así que no estamos dispuestos a que nos mates de un susto.
-Es verdad, veo mal.
Salmonete y su mamá visitaron al médico del mar. Don Delfín le miró los ojos de cerca, de lejos, del derecho y del revés, le hizo unas pruebas visuales para ver si distinguía la vieira de la almeja, el calamar del chipirón, (son parecidos pero de distintos tamaños) hasta que dio con el problema y la solución.
-Este peciño (pez-niño) necesita lentes y ahora mismo le voy a preparar sus gafitas.
Abrió Don Delfin un cofre que guardaba entre las algas desde ni se sabe cuando y sacó de su interior unas gafas de bucear que un día se encontró. Después cogió un coral afilado y recortó el cristal a medida de los ojitos de Salmonete. Ahora faltaba ponérselos y para ello cogió dos chapinas deshabitadas que estaban enterradas en la arena del fondo y recortó su centro dejándolas como dos aros, ahí incrustó los cristales. Ya sólo faltaba unirlo todo y para ello sólo le hizo falta unas cuantas algas, y anudadas en su cabecita, se las colocó. ¡Y qué guapo iba Salmonete!
Ni las gafas tenían superpoderes ni Salmonete era un héroe por llevarlas, pero desde que veía bien, gracias a ellas, no sabes la de cosas que descubrió, como por ejemplo el placton, que son unos seres minúsculos y entre otras cosas son alimento de las ballenas, también distinguía la sombra de las gaviotas cuando sobrevolaban por encima del mar buscando peces para comer, en ese momento había que salir nadando a toda velocidad porque ellas se sumergen como torpedos en el agua en busca de su alimento; también había una cosa que le gustaba mucho y eran los bancos de sardinas, a él le parecían nubes plateadas que giraban todas a la vez como empujadas por un misterioso viento.
Pues ésta es la historia de las gafas de Salmonete o de Salmonete y sus gafas y desde que las lleva, él es quien le lee los cuentos a su abuelito.
Y colorín colorado....

2 comentarios:

  1. Un cuento que haría las delicias de los niños entre tres y diez años por lo menos y también de adultos que siguen siendo un poco niños como es mi caso, porque me ha encantado.

    Que tengas un bello fin de semana María José.

    Abrazos.

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  2. Hola Jero, muchas gracias por tu amable visita y lectura; yo también soy un poco niña, este cuento no dice lo contrario ¿verdad? :-). Te mando un abrazo, que tengas un bonito fin de semana.

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