domingo, 27 de diciembre de 2015

Dicen

Dicen que el tiempo deshace
hasta las nubes del cielo
y que a las flores deshoja,
y que refrena los vuelos.

Dicen que el tiempo caduca
a esos amores lejanos
que a los ojitos embrujan
y hacen temblar a las manos.

Dicen los sabios del mundo
que el tiempo todo lo cura,
pero no saben, seguro,
lo que un beso, en el alma, dura.


miércoles, 16 de diciembre de 2015

Tú me quieres blanca. Poema de Alfonsina Storni.

Tú me quieres alba,
me quieres de espumas,
me quieres de nácar.
Que sea azucena
sobre todas, casta.
De perfume tenue.
Corola cerrada.

Ni un rayo de luna
filtrado me haya.
Ni una margarita
se diga mi hermana.
Tú me quieres nívea,
tú me quieres blanca,
tú me quieres alba.

Tú que hubiste todas
las copas a mano,
de frutos y mieles
los labios morados.
Tú que en el banquete
cubierto de pámpanos
dejaste las carnes
festejando a Baco.
Tú que en los jardines
negros del Engaño
vestido de rojo
corriste al Estrago.

Tú que el esqueleto
conservas intacto
no sé todavía
por cuáles milagros,
me pretendes blanca
(Dios te lo perdone),
me pretendes casta
(Dios te lo perdone),
¡me pretendes alba!

Huye hacia los bosques,
vete a la montaña;
límpiate la boca;
vive en las cabañas;
toca con las manos
la tierra mojada;
alimenta el cuerpo
con raíz amarga;
bebe de las rocas;
duerme sobre escarcha;
renueva tejidos
con salitre y agua;
habla con los pájaros
y lévate al alba.
Y cuando las carnes
te sean tornadas,
y cuando hayas puesto
en ellas el alma
que por las alcobas
se quedó enredada,
entonces, buen hombre,
preténdeme blanca,
preténdeme nívea,
preténdeme casta.

sábado, 12 de diciembre de 2015

Al encuentro del día.

Se caló el sombrero, cogió el abrigo que colgaba de la percha que estaba sujeta a la pared y se lo puso, cerró toda su abotonadura de arriba abajo, abrió la puerta y se marchó. Comenzó el paso por la vereda que abría camino entre los árboles inhiestos que a estas alturas del otoño se mostraban huesudos, totalmente desprovistos de un ápice de ternura; ni una hoja, ni una flor.
Una cancioncilla merodeaba por su cabeza, melodía que terminó haciendo vibrar sus cuerdas vocales y amplificándose a través de su tarareo.
-En la noche de la nochebuena cuando los pastores.....- era un villancico-
Se detuvo pensativo mirando el vasto prado y buscó una piedra en la que sentarse.
Se quitó el sombrero y comenzó a pulsar suavemente el borde de éste dándole vueltecitas entre sus manos. Una bandada de aves le hizo levantar la mirada persiguiendo su ruta.
Míralas, qué felices van ellas, y no digo nada del rebaño del tío Paco, que por allá se escuchan los cencerros y el ladrido de Japonés.
Marcial lo sorprendió en sus divagaciones, llegaba el hombre montado en su bicicleta con un pedaleo tan lento que era cosa de magia que conservara el equilibrio.
La dejó apoyada en un árbol y se acercó a Ignacio.
Qué hay, paisano, dijo a modo de saludo.
El hombre del sombrero se giró dándole los buenos días, se levantó del duro asiento y le palmeó la espalda.
Nada, aquí andamos, estirando las piernas y dándole gracia a la vista.
Oye, pues llevo en el canasto de la bicicleta un vino y un tocino que ese sí que va a darle gracia al estómago.
Sacó el amigo aquellas poderosas viandas contra el frío, y la misma piedra que antes sirvió de asiento se ofreció ahora como mesa.
Llevo una navaja en el bolsillo, me la trajo mi hijo de un viaje que hizo a Suiza, es, no veas todo lo que lleva, hasta sacacorchos.
El tío Paco, que andaba entre aquel rebaño color crema destacando como una viruta de chocolate en medio de una tarta los vio desde lejos, oído tenía poco pero en cambio gozaba de una vista de lince.
Levantó la mano desde la lejanía y los dos hombres le correspondieron agitando las suyas en signo de convocatoria. Cinco minutos después ya esta Paquillo en derredor del frugal almuerzo.
Sacó del zurrón un trozo de queso y otro de turrón y lo añadió al festín.
En esto que pasó por allí Manuela, la sobrina de Marcial, que iba a repartir el pan nuestro de cada día, le hicieron el alto con toda la autoridad que el parentesco admitía.
La muchacha detuvo la furgoneta y tras los correspondientes y correspondidos saludos añadió un pan redondo y hermoso. No la dejaron marchar sin probar bocado.
No se sabe qué diría la muchacha en el pueblo que, al rato de haberse ido, un grupo de gente se fue acercando.
Los hombres miraban en lontananza aquel grupo compacto que se aproximaba cada vez más.
Parece una manifestación, dijo el pastor.
Cuando aquello estaba más cerca se dieron cuenta de que no era tanta gente como parecía, contaron seis cabezas a lo sumo que portaban bultos con las manos y todos tenían cara, y nombre..., y empanadillas y pasteles de carne, y mantecados, y una botella de anís dulce; una guitarra, una pandereta...y aquella mañana, sin esperarlo, se armó el Belén.





miércoles, 2 de diciembre de 2015

Y me brotó el cariño.

En la corriente del tiempo,
en el mar de lo ignorado,
en un suspiro en papel
o en un trazo deletreado
apareciste una tarde,
quizás un día, una noche;
no importa ponerle luz
vino la luz con tu nombre.
Y no sé de qué manera
te abriste paso en mi vida,
fue, como una primavera
de agua fresca en su venida.
Me fue brotando el cariño
como una flor de cerezo
al que una palabra tuya
convertía en fruto nuevo.
¡Qué campo llevaba dentro!
qué jardín me acompañaba,
qué dulzor llegaba presto
si mi boca te nombraba.

 Pasarán las primaveras
sobre el campo que me amarra,
raíz que, clavada en tierra,
a mi movimiento atrapa
pero qué vuelo tan alto
en las esporas de mi alma,
aquellas que te llegaron
sobre los vientos de España
y que tú me devolviste
para florecer mis ramas.

 Si llegaste en día o noche
ya, qué importa esa razón,
cuenta el estado de gracia
   en que dejaste mi corazón.



domingo, 29 de noviembre de 2015

El consuelo de unas alas.


Mi  padre hablaba muy serio, nunca lo había escuchado así, y mi madre lloraba. Desde la otra habitación mi hermano y yo  que estábamos sentados en la cama nos mirábamos preocupados percibiendo vagamente la conversación que tenían, a la que se sumó la voz del abuelo.
-Debemos hacerlo ya, no hay tiempo, ésta noche misma sale el barco y ya está todo dispuesto, no podemos pensarlo más porque no hay nada que pensar- dijo papá.
-Es una imprudencia, si se tratara sólo de los dos no me importaría arriesgarnos en esa locura que no sabemos ni a donde nos va a llevar, pero...los niños...tu padre..- decía mamá con voz entrecortada.
El abuelo bajó la cabeza dubitativo.
El abuelo se queda aquí- añadió con firmeza- tengo muchos años en los huesos y estoy cansado, ya he peleado mucho en la vida y mi viaje final no es encontrar una tierra nueva donde morir, pero vosotros tenéis la obligación de esforzaros por encontrar un lugar mejor en el que vivir con vuestros hijos, aquí hoy por hoy no se puede; pero yo,  ya no, yo ya lo tengo todo hecho.
-Usted es tan persona como nosotros -añadió la mujer cogiéndole las manos al anciano- y si ya es doloroso encontrarnos entre la espada y la pared, más lo es mirar a otro lado dejándolo fuera.
-Hay que comprender que las cosas son como son hija y que yo, ni tengo ganas ni fuerzas, ya lo he dicho antes y no lo volveré a repetir.
La imaginación de los niños comenzó a ponerse en marcha, ya no tendrían la seguridad de su hogar, aunque eso hace ya tiempo que lo habían perdido por culpa del bombardeo que en apenas dos calles más lejos se sucedió hace unos días.
Tenemos que ponernos en marcha, papá nunca se equivoca, ni el abuelo tampoco, hemos de ser fuertes ¿vale?
Se levantó y tomando las pequeñas manos de su hermano lo bajó de la cama.
-Lo primero que debemos hacer es liberar a Pinche- Pinche era un pajarito color naranja que tenían en una jaula.
-Vamos, sal, que no tenemos tiempo- el pajarillo, a pesar de que estaba abierta la puerta de la jaula no quería salir, por lo que el benjamín comenzó a agitarla con fuerza; el ave, asustada, echó entonces a volar huyendo por la ventana entreabierta de la cocina.
La noche prometía ser larga, empaquetaron lo más básico: prendas de abrigo para ellos y los niños, ropa interior; zapatos de repuesto, un par para cada uno y los alimentos no perecederos que guardaban en la reducida despensa; el inhalador del menor de los hijos, sus documentaciones, dinero y la bendición del abuelo.
Aquella noche partía más de un barco, hasta el agua del mar estaba nerviosa, presentía la responsabilidad que se le echaba encima, la Luna brillaba con un halo amarillento cubriendo toda su circunferencia -el abuelo siempre decía que era presagio de vientos-
 El tiempo apremiaba y subieron a la embarcación intentando por todos los medios no separarse unos de otros, los niños se aferraron a las manos de sus padres como si fuesen una extensión más de su cuerpo.
La orilla se fue haciendo cada vez más y más pequeña mientras que el mar se hizo cada vez más y más grande.
Todas las personas que estaban allí guardaban silencio, el único sonido que se escuchaba era el del motor fueraborda y el del rompiente del agua, de cuando en cuando saltaban alguna ola, de cuando en cuando se escuchaba un suspiro y una oración, la lágrimas que todos llevaban junto con la incertidumbre no emiten sonido.
Les aseguraron que llegarían a la costa en tres horas, si todo iba bien, en donde les esperaba otro grupo de colaboradores que les indicaría el trayecto a seguir para cruzar fronteras. Les advirtieron al mismo tiempo que no iba a ser fácil, pero todos ellos ya venían de una situación mucho menos fácil, lo que les quedaba era lo que llevaban puesto: la vida.
El olor del combustible penetró en el estómago del menor de los niños y comenzó a vomitar, aquello le hizo toser lo que desencadenó el tan temido asma que desde prácticamente que nació lo atacaba. La madre, con toda la urgencia que fue capaz, sacó el inhalador que guardaba en el bolsillo y lo puso en la boca del niño. Ahora era necesario calmarlo, porque si a ello se le sumaba un estado nervioso su respiración se agitaría, agravándose la situación aún más por la consecuente falta de saturación de oxígeno en sangre.
 La madre le cantaba.
A los pocos minutos de aquel angustioso cuadro algo se fue acercando por el aire, algo pequeñito que se podía ver gracias al enfoque de la Luna y que se detuvo en el agitado hombro infantil, causando, a unos, estupefacción, a otros asombro y a él tranquilidad, paz y sonrisa; era Pinche.
Entonces hablé por primera vez desde que entramos en el barco y les expliqué a todos que ese pájaro es nuestro y que lo habíamos soltado para que fuera libre, como nosotros queremos serlo. Me di cuenta de que los rostros de aquellos hombres, mujeres y niños tenían otro semblante, más..., no sé como decirlo..., tranquilo, porque lo mismo que yo, los demás saben que, cuando lleguemos a tierra debe haber algún corazón aunque sea tan pequeño como el de Pinche, y vendrá a nosotros que también necesitamos sus alas sobre nuestros hombros para calmarnos y darnos un poquito de paz y alegría, como a mi hermano, yo estoy seguro.
El barco llegó a la orilla (...)

Un momento.

Un momento en el reflejo de tu sonrisa,
en el despertar de tu mirada,
en un suspiro de un minuto en tu día
o en un sueño de tu noche callada,
es suficiente, para saberme en ti abrigada
y comprender que como el cielo y el mar,
el amor, no tiene espalda.

jueves, 19 de noviembre de 2015

El silencio del amor

No es difícil amarte, lo sabe mi corazón,
lo difícil es desarrollar éste amor.
La Luna no está de mi parte,
ni la noche, ni el albor,
ni esa estrella rutilante
que se oculta al ver el Sol.
Pero sigue la vida,
y en ella estamos tú y yo
y habrán signos que nos digan
que algo nos une a los dos:
Una paloma que mira
sin motivos a una flor,
un acorde de guitarra
que emociona a la canción,
un caballito que trota
 o un beso que se perdió,
y es que, también tiene forma
el silencio del amor.


 



viernes, 13 de noviembre de 2015

Encuentro


Hacía tiempo que Alberto y Ramón no se encontraban a pesar de que vivían en la misma ciudad, eran amigos desde la infancia, vecinos de barrio, habían ido a la misma escuela y también habían sido de la misma quinta en el servivio militar. Estuvieron embarcados en una fragata allá por los años cincuenta cuyo recuerdo para ambos más que surcar el mar fueron los mareos y afecciones de reúma que los mantuvieron ingresados en un hospital durante tres meses. Aquellos dos marineritos de agua dulce habían tenido una amistad tan íntegra que más parecían hermanos. Pero con el tiempo uno se casó y formó su familia y el otro emigró a una ciudad del norte de Europa. Entretanto la vida transcurrió con su lucha constante.

Éste encuentro casual los llenó de alegría, el tiempo pasado entre la última vez que se vieron y ahora se esfumó como por arte de magia, ¡parece que fue ayer y ¡han pasado cuarenta años! Tienes que venir a casa Alberto, vente mañana y comemos jutos. -Eso está hecho Ramón-

Ramón sacó el mejor mantel que tenía, era el de las ocasiones especiales como la Navidad, sin florituras de acebo ni campanitas bordadas, menos mal que a su María no le gustaba demasiado las cosas recargadas, ella era de estilo neutral y práctica, elegante pero sencilla, así que la mayoría de sus cosas eran polivalentes y combinadas con gusto conjugaban con todas las ocasiones.

Sacó la botella de vino que le tocó en una rifa del supermercado y que guardaba como presintiendo que sería para ser descorchada en un momento especial, compró doscientos gramos de un buen jamón serrano, un tanto de queso que la charcutera le cortó en triangulitos, un poco de bonito salado, tápenas, almendras y un pollo que metió al horno y no dejó de mirar durante todo el tiempo que duró el asado. Si se quemaba no había dinero para reponerlo.

Alberto rebuscó entre las perchas que bailaban en la barra de su armario, tres camisas con sus respectivos pantalones y una chaqueta con grandes solapas eran su fondo de armario. Lo bueno es que la chaqueta combinaba con cualquiera de los pantalones, lo malo,  que aquella, aparte de antigua se le había quedado pequeña, hacía tiempo que no la usaba pero su mujer nunca la tiró pensando que las modas vuelven y podría serle útil en alguna ocasión especial, y el tampoco la tiró porque ella nunca la quiso tirar, pero claro, la mujer no contó con que el diámetro de aquella cintura con los años se expandería , pero no había otra así que la llevaría desabotonada. De camino a casa de Ramón se detuvo en una confitería y compró una bandejita de pasteles.

La fiesta, en un martes, entró en casa. Volvieron a ser los dos chavales de antes, qué importaba que lo que le quedaba para terminar de pasar el mes a Ramón fuera calderilla, qué importaba que Alberto se sintiera aprisionado en su escasa chaqueta cuyas solapas de un momento a otro parecía que iban a emprender el vuelo, y qué importaba nada, a cambio de verse uno en el otro con la mirada alegre y el sentimiento de volverse a estrechar en los brazos de un amigo.



martes, 27 de octubre de 2015

Guardo

Tengo una cajita hermosa
que no es hermosa por ser bonita
es porque guarda una rosa
que por ser tuya nunca marchita.
 
Guardo un libro de poemas
con las páginas en blanco
esperando que tú vengas
para los dos comenzarlo.
 
Tengo en una prisión
guardados todos mis besos
los soltaré a condición
de que te harás cargo de ellos.

jueves, 15 de octubre de 2015

A los ojos de su niño

Teresa Lirio, Teresita,
mujer y madre española
quedó viuda un dos de julio.
Con un niñito ¡y ya sola!
Los claveles de sus ojos
tras la rejas se marchitan,
solo lloran los enojos
de lo mala que es la vida.
El pequeño, entre sus brazos
va creciendo poco a poco,
como un arbolito bajo
de esplendor primoroso.
Ella a veces lo mira
conteniendo su sollozo
porque en él ve a su marido,
su mismo verde de ojos.
La sonrisa va volviendo
a los labios de Teresa
y el niñito va creciendo
con su prístina realeza.
Cumplidos los siete años,
una tarde de febrero,
dice el niño así a su madre:
Ha pasado mucho tiempo,
nunca volverá mi padre
porque está en el firmamento
con los astros celestiales,
pero tú, mamita guapa,
cuando estamos en el parque
eres rosa soberana
que resalta entre las madres;
hoy hay sol, por la ventana
se oye cantar a las aves
y tú eres Lirio galana,
como decía mi padre.
Se arma el niño con su abrigo
que le cae largo de manga
y saca a su madre del frío
que se ha metido en la casa.
Una vez sito en la calle
la de la buena Esperanza,
prende a su madre del talle,
-casi no llega ni alcanza-
mas con ojitos risueños,
le canta:
Es hora de que sonrías,
que la vida se te escapa,
yo ya soy hombre, bajito,
como de pequeña talla
pero tu talla es de un ángel
o una virgencita guapa,
padre, quisiera, de nuevo,
y yo, no verte tan sola,
quiero mamá que te peines
con ondas de caracola
y que pasees por las calles
sin soledad de amapola.
Suelta su mano del talle
y un hombre se acerca a ellos,
revuelve al niño el cabello,
y en las manos de Teresa
pone un ramito de Lirios
blancos como su belleza.










domingo, 11 de octubre de 2015

Llueve en el campo

Danza la lluvia fría
con sonidos de tambor
 mientras la tierra palmea
aleluyando a algún dios.
Baile de hojas verdosas,
movimientos sin calor
mas, los campos siempre sudan,
sudan tallo, fruto y flor.
El cielo y su maquinaria
se encuentra en descompresión,
las nubes se derraman,
el viento licua vapor
y un trenecillo de aves,
valientes, cruzándolo.

De la nada un rayo cambia
sus vías de dirección
.
Hay luces de larga onda
que parpadean sin voz,
van de la luz a la sombra
de la oscuridad al fulgor.
Y la sierra, penitente,
tan de rodillas al sol
y a los vientos y a las nieves
ni se estremece ni siente;
tiene enrocado, la pobre,
todo su corazón.



miércoles, 7 de octubre de 2015

Los dedos de las manos (Poema infantil)

Cada dedo de la mano
tiene un nombre singular
el primero es el más bajo,
 le llamamos pulgar,
y al pequeño regordete
 lo usamos para agarrar.

Al siguiente de la fila
le gusta más señalar,
índice es largo y delgado
más que su hermano pulgar
y cuando cumples un año
a todos se lo dirá.

El tercero de la fila
es el dedo corazón
está en el centro de todos
y es alto como un señor,
queda en medio de la mano
y a su lado hay dos y dos.

Ya casi estamos llegando
con los dedos al final
pero antes de que acabemos
hay que nombrar a dos más,
uno es muy presumido,
el que se llama anular
porque se pone el anillo
de los novios y papás.

Llegamos al chiquitín,
pequeño como un penique,
más flaquito que el pulgar
 ¿cómo se llama? ¡meñique!
Ahora que los conocemos
podemos ir a jugar
pero antes diré un secreto:
a los dedos de las manos
¡les encanta dibujar!

BIODESCODIFICACIÓN - DEDOS DE LAS MANOS - CONEXIÓN UNIVERSAL




lunes, 5 de octubre de 2015

Lavanderas

Sobre el espejo del río
la vi peinarse,
se colocaba el cabello
doblando el talle;
las otras cantaban
como un enjambre
de abejas dulces que juegan
en los panales.
Fue cayendo la tarde
con un lenguaje
de planetas que llegan
para quedarse.
-Vámonos niñas
que ya es muy tarde,
  el campo pide silencio
  la noche se abre
y ha de bajarse la Luna
para bañarse-
Recogieron las ropas,
los delantales,
el jabón perfumado
y los pañales.
Se van las mujeres de orilla el río,
fémino estambre,
 en amor y labor siempre
  triunfante.

domingo, 4 de octubre de 2015

Futuro imperfecto

Vivía en el presente actual pero él quería más, vivir en el futuro lejano, para ello hizo uso de los avances médicos y científicos que lo consiguen casi todo. Determinó que sus cuarenta años eran la edad ideal y óptima para entrar en ese letargo carente de vida y ser resucitado en la próxima era;  poco sentido le veía a vivir más ésta vida pues ello le suponía gastar el tiempo útil que necesitaría más tarde y no era cuestión de entrar en el fututo hecho un cascarrio, tenía que disfrutarlo. Todo fue preparado y llevado a cabo con las máximas garantías de efectividad y viabilidad, no le aplicaron el método de la crionización, con él se dio un paso más novedoso y efectivo: lo envasaron al vacío.

La custodia de aquel paquete fue fácil de conservar, no estaba conectado a ninguna clase de máquina que le aportara una temperatura especial, ni habían cables de por medio ni siquiera había que darle la vuelta de cuando en cuando así que lo introdujeron en una especie de arca y ahí quedó quietito a  esperar que los siglos pasaran.
Sucedieron muchos hechos importantes y trascendentales en el tiempo, muchos cambios en la humanidad incluso hubieron extraordinarios cambios en la fisonomía de la tierra, pero él ahí quedó, dando tumbos de un lado para otro ajeno a todo, hasta que unos niños lo encontraron por casualidad y abrieron aquel paquete como hacen los niños de hoy con una bolsa de pipas. Cual fue la sorpresa, que aquel cuerpo fue tomando volumen, los niños lo miraban espantados, él miraba espantado a los niños y a todo cuanto alrededor veía.
 Aquel difícil trance de actualización duró dos días, hasta que comprendió que debía hacer algo y comenzó por enseñarles cómo hacer fuego.

miércoles, 9 de septiembre de 2015

Tarde de trigo (Romance)

Sobre el trigo de aquella era
dejé descansar mi tarde,
que luz tan párvula y lenta
iluminaba el paisaje,
que olor a tierra dorada
llena de espiga y encaje.

La línea del horizonte
era una espalda tumbada
dando permiso a las nubes,
todo vellones de lana,
-a cambio de una caricia-
para que allí descansaran.

Una encina vigilante
como una vieja sentada
que teje y teje incansable
al mismo tiempo que canta,
se me cruzó ante la vista,
añosa, verde y doblada.

Quiera que las avecillas,
como en patio de colegio
con su murmullo ilegible
de atropellado concierto,
vinieran a despertarla
con su alocado revuelo.

Pareció entonces la encina
de su raíz levantada
abriendo al par las cortinas
de sus ramitas cerradas,
y aquellos cuerpos alados
a sus camitas entraban.

Ya la tarde se hizo noche
con su camisón de estrellas,
y abandoné aquellos campos
donde si vida es la tierra
es cielo fuente y amparo.






viernes, 4 de septiembre de 2015

La mar se lleva a los niños

Dicen que la mar se llevó a los niños
que las golondrinas no saben luchar,
que ella es centinela, cela su camino
doblando la guardia con espuma y sal.
Dicen que las olas llegaron con fuerza
a cobrarse el precio de la libertad
exigiendo al débil, pidiendo pureza,
para eternamente en su fondo guardar.
No es del agua el crimen ni hay culpa en los brazos
que fueron más suaves que un golpe de mar,
no fueron las olas que se los llevaron
¡es la guerra que echa niños a la mar!

martes, 1 de septiembre de 2015

Amor que mueres conmigo

Amor que mueres conmigo
en lo profundo del alma,
quién pudiera amor
quién pudiera darte dos alas.

Que en mi pecho te derramas
como el agüita que corre
cayendo por la cascada.

No desperdicies tu sangre,
no te detenga mi calma,
huye amor, deja mi noche
y entra en un pecho de alba.

lunes, 31 de agosto de 2015

Flotando como un velero (Camarón en la Leyenda del tiempo)


El sueño va sobre el tiempo
Flotando como un velero
Nadie puede abrir semillas
En el corazón del sueño

El tiempo va sobre el sueño
Hundido hasta los cabellos
Ayer y mañana comen
Oscuras flores de duelo

El sueño va sobre el tiempo
Flotando como un velero
Nadie puede abrir semillas
En el corazón del sueño

Sobre la misma columna
Abrazados sueño y tiempo
Cruza el gemido del niño
La lengua rota del viejo

El sueño va sobre el tiempo
Flotando como un velero
Nadie puede abrir semillas
En el corazón del sueño

Y si el sueño finge muros
En la llanura del tiempo
El tiempo le hace creer
Que nace en aquel momento

El sueño va sobre el tiempo
Flotando como un velero
Nadie puede abrir semillas
En el corazón del sueño


El sueño va sobre el tiempo
Flotando como un velero
Nadie puede abrir semillas
En el corazón del sueño

sábado, 22 de agosto de 2015

El corazón de las rosas

Por un camino de alegría iba cantando,
musitando, para él, Don Juan Armando.
Camino de esperanza, fuego al aire,
chispazos de amor nuevo en su donaire.
Así, con paso adelantado en su victoria
alcanzaría en ojos de ella hermosa gloria.
De tez sonrosada había un alba en sus mejillas
y un sol recién nacido despertaba en sus pupilas.
Así la vio de lejos Juan Armando, era bella,
si pudiera compararla, era poco, una princesa;
cabellos desprendidos como manto en sus espaldas,
belleza natural desde la piel hasta la falda.
Y aquel buen caballero con su ramo se acercó
a ofrecerle veinte rosas, puesto en ellas corazón.
Mas la niña de sus ojos no sentía aquel ardor,
ni veía en tal mirada viceverso resplandor.
Él sintió un frío de hielo y la mano le tembló
cayendo el ramo al suelo....y una rosa así le habló
al ver que el desencuentro le partía el corazón,
-pues ellas si sentían de su mano aquel calor-
Antes fuimos, por tu mano, rosas mil, enternecidas,
ahora somos, por tu mano, rosas mil, arrepentidas.
Y marchó, Don Juan Armando, con menos pena en la frente
por diecinueve rosas de amor, y una, sólo, de muerte.



jueves, 20 de agosto de 2015

A la sombra de un poema

A la sombra de un poema
una tarde me acosté,
me venció un sueño de acentos
y palabras en tropel.
Ocho versos, cuatro estrofas,
yo no sé lo que soñé
que en voz alta susurraba
el poema, sin saber.
Él hablaba del amor
que hay entre el hombre y la mujer,
de esa fuerza poderosa
que en el alma puede haber,
de ese fuego que no quema
pero que hace arder la piel,
del milagro que hace un beso
si los labios tienen sed.
A la sombra de un poema
una tarde desperté,
sin un beso, ni un abrazo,
ni un te quiero y te querré.
Cerré el libro de los versos,
 a la hoguera lo tiré,
pero el libro hizo ceniza
y en el aire lo aspiré.
Ahora llevo, así, mi alma,
impregnada de ese ser,
de ese hombre que me quiera
como yo lo querré a él.



lunes, 10 de agosto de 2015

Tu espalda

Poema de Ramón de Almagro dedicado a su esposa Doña Elsa.

Tu espalda es mi descanso, mi sosiego,
es la calma después de haber amado,
tu espalda es un refugio donde llego
a lamer mis heridas angustiado.

Tu espalda es taller de mi poesía
en las noches que paso desvelado,
tu espalda tiene el fin de cada día,
es el sueño y un beso ya cansado.

Y si todo se me hace cuesta arriba,
si la vida se ensaña con mi vida,
más que nunca, tu espalda es necesaria.

Pues si es dura la mano del destino,
tu espalda es el altar donde me inclino
para llegar a Dios...con mi plegaria.


viernes, 7 de agosto de 2015

Cuando manda el corazón

Mi corazón, quisiera, tener guerrero,
un alma incandescente, sin compañero,
vestir una armadura de frío acero,
la frente decidida y el pulso fiero.
 
Volar sobre las cumbres de mi tristeza,
mirarlas desde lejos, con entereza,
y que mis lágrimas fluyeran con la dureza
de aquél que no sintió jamás terneza.
 
Y quisiera olvidarte, quererte menos,
pero en cada intento suicida de echarte fuera,
más se aferra mi vida a ésta alambrada,
de miel y espinas, de amor y llagas.

jueves, 23 de julio de 2015

Los cabos del tiempo


El destino no cambia sus planes, cambian los nuestros, estoy convencida de ello. Él tiene la virtud de la paciencia, porque no está sujeto a tiempo ni lugar como lo estamos las personas, él dice cuando y dónde, esa es su forma de actuar.

Para contar esta historia he de remontarme a muchos años atrás, cuando era una niña inquieta que cabalgaba en su imaginación en un caballo blanco. Cuando recolectaba piedras y las metía en una caja de zapatos con la esperanza de que se reprodujeran, lo mismo que si fueran perros o gatos. En esa edad no se distingue la fantasía de la realidad, la mente es un valle fértil, virgen, es por eso que hay que protegerla como el mayor de los tesoros. Luego, el espacio que precisa ir cumpliendo los años, ordena en los estantes de la mente cada cosa en su lugar. Desde esos primeros años hasta el final de los días han de pasar muchas cosas hasta que todo quede por siempre colocado.

Desde pequeña ya era un tanto mistica, no por influencia del ámbito que me rodeaba, porque aunque había signos de fe cristiana en mi casa, sobre todo dentro de la cajita que mi bisabuela guardaba repleta de estampas de virgenes y santos, de cielos, no era de obligado cumplimiento ir a misa los domingos, mucho menos entre semana como tantas vecinas tenían costumbre. Pero de alguna manera influyó en mí aquella bondad de las oraciones aprendidas a base de escuchar las benevolentes bendiciones del ángel de la guarda.

Di cristiana sepultura a un gorrioncillo que murió en mis manos, la primera reacción ante aquel cuerpo ya sin vida fue miedo, aprensión y lástima, era la primera vez que veía un cadáver y aún peor, lo tenía entre mis manos, así que lo metí dentro de una cajita de jabón, envuelto en un pañito azul para que estuviera cómodo en su eterno descanso y lo enterré en un solar, encima de su sepultura coloqué unas hierbas que encontré alli mismo. Pasados los años me fui dando cuenta de que ser demasiado recta en una fe, sea cualesquiera que sea, coartaba demasiado la espontaneidad del mismo alma. Solo había dos caminos, lo bueno o lo malo, no habían opciones intermedias y eso me traía infinidad de dudas e inseguridades. Aparte del blanco o el negro hay grises, y todos, todos los colores se despliegan en gamas, ninguno es malo, ¿por qué la mente nos enjuicia?

Aquello lo descubrí en una temporada que pasé junto a mi tía muy lejos de aquí, donde había mar. Allí la gente, quizá por cuestion de vivir frente a un horizonte abierto que se mueve constantemente, no como ésta tierra que corta la mirada más allá de las montañas que hacen de frontera, es abierta, dicharachera como el Siroco. Alli, sin ser fiesta, se respiraba ambiente festivo. Cuando los barcos venian de pescar todo el pueblo iba a recibirlos, eran pequeñas embarcaciones un tanto rudas, pero gobernadas por hombres fuertes que ni temían al implacable sol del mediodía ni a las tormentas que los pillaban desprevenidos, ese era el pago que se sabía obligado a cambio de aquellos frutos.

Allí conoci a Fernando, contábamos ambos dos con la difícil edad de dieciseis años. Dieciseis años frente al mar son complicados en tanto que la luna es doble, es ella y es su reflejo sobre las olas, es ella y el calor húmedo que emana, es ella y su influjo que hace florecer la noche. Su padre cuidaba el velero de un hombre de negocios que aparecía por allí dos veces al año, una, en primavera, con su señora, otra, en verano, con su señora, pero no se parecían en nada una a la otra.

Algo tenía que tener ese velero, lo descubrimos una noche que, como piratas sonámbulos, nos dirigimos a la nave asaltándola por uno de sus costados. Sobre las saladas aguas probamos las dulzuras del amor, sobre el alcázar, bajo las velas. Sucedió después que la siguiente luna llena no menstrué, yo no tenía sintomas de nada, y no hice caso alguno de aquella señal, de que aquello era una señal, Fernando sí que lo notó, me decía que me notaba extraña, que era la primera vez que pasábamos junto al jazminero que colgaba a través de un bajo muro y no olía sus flores, no me había percatado de aquello pero era cierto, también, que cuando nos recostábamos en la playa mirando las estrellas ya no hablaba tanto como antes, en cambio, me dormía. Algo estaba pasando en mi, evidentemente aquello me puso bajo sospecha, me informé adecuadamente y le confirmé mi estado, Pero unos días antes de comunicarle a su madre y a mi tía el paradigma que se nos venía encima, se me deshizo el niño , solito, la misma magia que lo trajo se lo llevó y lo lloré como a aquel gorrión. En  nosotros mismos también actuó, puesto que poco a poco fuimos distanciándonos, sin notarlo apenas, hasta que llegó el momento en que jamás volví a pensar en Fernando. Quedó clausurado en un rincón de mi memoria.

Cuando regresé de nuevo a casa las montañas me parecían más grandes, habían crecido, a ver si después de todo iba a ser verdad aquella fantasía de pequeña, de que las piedras, sino reproducirse, crecían. Era simplemente cuestión de óptica, la mirada se me había acostumbrado a la llanura del mar. Mi madre me notó cambiada, más madura, dijo, tu tía te ha moldeado parece ser, pero no había sido mi tía, había sido el camino que el destino me puso delante para caminarlo. No le dije nada de aquello, quedó en un secreto de tres, porque el niño, si no yo a él, me conoció.

Me matriculé en una escuela de pintura que abrieron en el pueblo. Aquella idea del arte de los colores me llamó la atención y curiosamente sólo dibuja cielos y ángeles. Un día hubo una exposición de nuestros trabajos y un marchante que acudió a verla se interesó por uno de mis cuadros. Me ofreció la posibilidad de ir a una escuela de bellas artes para perfeccionar mi estilo, decía que tenía potencial, y como a veces te tienen que decir los demás lo que tienes porque tu no te das cuenta por tenerlo, me fui con él. Ya había cumplido los veintiuno así que era mayor de edad y responsable en mi toma de decisiones. Mi madre lo aceptó de buen grado, cosa que le agradeceré siempre.

Ya sabía de colores, del amor, de perder antes de tener, de valerme por mi misma, ya que nunca consentí que me mantuvieran como tenia previsto hacerlo aquel marchante, al que muy pronto le vi de cerca la marcha de sus propósitos y le di giro. Nunca ingresé en la famosa escuela de artes, pero ya que estaba en aquella ciudad, allí permanecería por un tiempo. Trabajé en una frutería, puesta de delantal blanco y una molesta cofia que nada me favorecía, pero que a la dueña le encantaba. Por las tardes, cuando cerrábamos el negocio, a eso de las siete y media, después de pasar por casa, bañarme y cambiarme de ropa, me bajaba a orillas del río que atravesaba zigzagueando la ciudad.

Por lo visto mi piel seguía oliendo a frutas, eso me dijo el joven que un día se sentó junto a mi en el desnivel verdoso que bajaba hasta la misma ribera . No hablamos demasiado en nuestro primer encuentro, pero poco a poco, a fuerza de saludarnos un día y otro, nos sentamos juntos lejos del río, tomando un cremoso café y creando una distendida conversación , ambas cosas nos fueron reconfortantes. Alli nos hablamos el uno del otro y con la misma intensidad de aquel humo del café dejamos suspendido en el aire una nube de complicidad que después derivaría en amor. Los años posteriores a aquel encuentro fueron de leyenda, nos acoplamos el uno al otro como el ritmo al tempo, como el agua a la vasija, así, nos hicimos complemento  uno del otro.

Pero el destino nunca olvida su hoja de ruta, nos deja hacer, pero es él quien dirige desde la sombra. En un viaje que hicimos a un país tropical, la primera y última vez que saldría fuera de territorio español, sufrimos un accidente. Rodeábamos una montaña subidos en un autocar con la intención de llegar a un paraje natural digno de contemplación. No estaba muy lejos del lugar en el que nos instalamos, pero las carretras, más bien los caminos, eran casi intransitables. Confiamos, como todos los demás pasajeros, en la pericia del conductor acostumbrado a hacer aquella ruta incluso con los ojos cerrados, eso nos dijo para tranquilizar a todo el grupo. En una de quellas curvas, cuya parte delantera del autobus parecía quedar suspendida en el vacio, derrapamos. La carretera estaba llena de barro debido a que el ambiente en aquel lugar siempre era húmedo y quizás, el exceso de confianza hizo que fuera a más velocidad de la justa para esa maniobra y caímos dando vueltas de campana por aquel precicipio casi vertical. Yo no me maté de milagro, pero de los veinte viajeros que lo ocupábamos ocho perecieron, entre ellos mi hombre.

Estuve más de un mes ingresada en un hospital donde recompusieron mis huesos. Él fue repatriado, hizo su último viaje sólo,  yo lo hice tres meses después, y al final, lejos de la consternación, pude llorarlo como a aquel gorrión.

La vida continuó inapetente, trémula, deshojada, ya no pintaba ni ángeles ni cielos, ni olia a frutas, ya no sabía donde tenia que estar pues en ningun lugar me encontraba.

Pero alguien, por lo visto, me había seguido la pista sin inmiscuirse en mi vida ya que nunca tuve ni signo ni seña de ello, era Fernando, aquel pirata amigo, aquel muchacho de cabellos rizados y ojos negros con el que un día participé en la osadía de poner a temblar nuestros cuerpos. Ahora había surgido de la nada para llevarse esta tristeza a la que estaba sometida. Dice que siempre hemos sido dos cabos sueltos cuyo final era quedar atados uno a otro, pero antes de eso han cabido otras posiibilidades como la de amarrar mucho, y querido, y lo hemos hecho, pero que ahora, esos dos cabos, se unirán entre sí para agarrar con fuerza el ancla de respeto que fondeará nuestra nave con su alcázar. Y es verdad, creo firmemente que el tiempo ha unido éstos dos cabos sueltos.


Relato imaginario.

domingo, 19 de julio de 2015

Beso fugaz



Ayer pensé en los besos, como siempre,
fue en el momento en que una estrella se caía,
atravesó de Norte a Sur la bóveda celeste
y desapareció sin tocar tierra en su energía.

Y en ese instante de fulgor tan momentáneo
me pude imaginar lo que la estrella sentiría,
pensar que sólo el corazón puede, es erróneo,
porque el amor también precisa cercanía.

Así, como esa estrella, son fugaces,
los besos que te mando cada día,
se desvanecen en el cielo siendo audaces
sin que tú sientas su calor ni su agonía.

jueves, 9 de julio de 2015

A las golondrinas de Bécquer

 

Golondrinas de Bécquer
¿porqué vais vestidas de negro?
¿porqué sobre cielos azules
lleváis franjas de duelo?
No, golondrinas risueñas,
no, florecillas del viento,
venid para hacer en las tejas
nidos de amor cual espejo.
Para tomaros de ejemplo,
por levantar las miradas
y que creamos de nuevo
en las nuevas primaveras
más allá de los senderos.
Golondrinas de Bécquer,
¿porqué vais vestidas de negro?
¡si lleváis de grana y verde
el corazón todo envuelto!

lunes, 6 de julio de 2015

Un po-chis*

*Esto no es más que un chiste llevado a la rima, (poema/chiste) había que ponerle un nombre, pues ese mismo. Me contaron éste pues yo no sé lo años y me acordé, así que con unos arreglos y añadiendo algunas cositas así queda:

En la casa de Manolo
también anidó la crisis,
es mucho más que un mal rollo
es como una apocalipsis,
y hasta salir del meollo
se dialogaba en elipsis.

Reunió aquel padre a sus hijos,
eran cinco churumbeles,
la comida, un huevo frito,
-se reparte como puede-
y en fila puso a los chicos
con pan que a cada uno diere.

Iré pasando el platillo
con el coco sustancioso
y mojaréis el barquillo
en este huevo tan meloso
de uno en uno, es bien sencillo,
que yo a la par también mojo.

Dada la Semana Santa
en la fecha del suceso,
el padre que va y se arranca
con un pom pom de repecho,
a cada pom cada niño
mojaba en yema su pan.

Era bastante preciso
aquel ritmo de rotar
pero el padre era algo pillo
con el huevo a su pasar
y, justo en su bigotillo,
un redoble iba a tocar.

Pom pom pom
-en los demás-
Porrompompompom
-en su lugar-

Uno de aquellos chiquillos
no lo pudo remediar
y a su padre, así le dijo:
cuando vayas a pasar
por delante de mi vera
¡para! ¡detente, papá!
¡que hoy yo canto una saeta...!
-bien mojaíta en el pan-




sábado, 4 de julio de 2015

Vuelve marinero.



Un barco vuelve
por la cintura del mar,
se trae recuerdos
de en otros mares bogar.
Abre senderos
el viento, su capitán,
y son las olas
que a puerto invitan a entrar.
El marinero,
la noche y su soledad,
rayo primero
que se descubre en el mar.
De besos mudos
tus labios saben a sal,
vuélvete a tierra,
ven marinero al hogar,
que las estrellas
saben sin ti caminar,
no tu sirena,
que es quien te espera al llegar.





 

 








domingo, 14 de junio de 2015

Sin vuelos

Anidó en mi pecho una paloma
sin saber que allí podía volar.
Estiró sus alas blancas, plumas romas,
impulsó al aire su vuelo, sin lugar:
las paredes tan estrechas de ese espacio
en el que la vida toma asiento hasta el final,
no le dan permiso de agitarlas aún despacio.

Vuela palomita a otro lugar....

Que mis brazos nunca nunca serán alas,
que mi pecho nunca un palomar,
pero, déjame volar contigo en esas horas
¡quiero ser paloma y en tu pecho yo anidar!






viernes, 12 de junio de 2015

Pelea gramatical

Eres demasiado aguda en tu verbo y ya me tienes hasta la coma.
-Eso que estás diciendo es un antónimo, pero es natural en ti...., eres tan llana...
¿Llana yo? Anda, cállate, esdrújula.
-Y tú sobreesdrújula, aunque se entiende que viniendo de ti es propio después de haber tenido un pasado imperfecto.
-Tu futuro si que es imperfecto, dados tus complementos circunstanciales...
Eres tildosa a más no poder.
-Habló la pluscuamperfecta.
Sí, y a más decir imperativa, ¿pasa algo?
-Pasa que eres una onomatopeya, una coma de más, pero sepas que para mí, desde éste momento, no eres más que puntos suspensivos.
Qué malos adverbios tienes, ¡sujeto pasivo!, ¡sintagma copulativo!
-Bueno...habló el sintagma subordinado, quien nunca ha salido de entre paréntesis...
Prefiero estar entre paréntesis que entre comillas.

El tono de voz se va elevando tanto que se sale del despacho, con lo cual, alguien o algo se acerca.
Un golpe de diccionario abre la puerta. Comienza a entrar un regimiento de lápices con las puntas lanceadas, bolígrafos con cascos azules, verdes, rojos y negros, sacapuntas que cabalgan sobre gomas de borrar y, cerrando la retaguardia, una grapadora que manda romper filas y atacar. Pero el diccionario da el alto, letras y materiales quedan en silencio, la fotocopiadora se estremece y lanza un flash,...qué ocurrirá...
El compás se levanta, les recuerda que están en un despacho de arquitectura, pincha un folio en blanco y lo levanta en son de paz. Deja entender, en un giro de 360º, que aquí no ha pasado nada.
El diccionario, siempre tan instruido, avisa que la próxima vez que se escuche un levantamiento verbal de esa índole volverá, pero con armamento pesado, y pulsará el botón rojo de la destructora de documentos.
Se firma entonces un tratado de paz entre signos de admiración, y todo queda en concordancia.

domingo, 7 de junio de 2015

El Abuelo

La noche de antes de anoche
 vino el abuelo a hacer magia,
no lleva chistera,
 él lleva un sombrero de paja
y al quitarse el sombrero
 y al sentarse en la cama,
hizo magia el abuelo sin varita encantada.

Contó un cuento inventado,
 no conoce las letras,
desde bien pequeñito trabaja la tierra,
gobernaba la casa con su risa infantil,
madrugaba a la clara
 desde mayo hasta abril.

El abuelo tenía muchos sueños pequeños,
es mejor que uno grande,
 si se pierde hay repuesto.
Eso dice el abuelo
 con su risa importante.

Cuenta que, tras la parra, se escondía un león
y las uvas, sus barbas
 descansaban al sol.
Que la tierra es coqueta y la peina un señor
y ella dando las gracias,
 le regala una flor.

También dice el abuelo que los días de sol
 es que cielo está abierto
 y al no haber guardador
 las ovejas se escapan ¡sabe Dios, sabe Dios
a qué pasto se han ido a buscar el frescor!

El abuelo bosteza sentadito en la cama,
tiene sueño el abuelo,
 le doy besos de hada.

Tantas cosas ha visto,
 tantas cosas contó,
¡tanta magia sin libro el abuelo inventó!...

 Ahora llega ese tren, del final de sus cuentos,
que traía pasteles
 y también caramelos
para todos los niños que a escucharlos llegaban
y marcharan felices, 
sonriendo a sus casas.

Ahora es él quien descansa en un sueño feliz,
con sombrero de magia,
 desde mayo hasta abril.


En memoria de mi bisabuelo, Miguel, del que conservo su recuerdo por fotografías y las cosas que de él me han contado; que sin tener uso de la escritura inventaba unos cuentos fabulosos siempre acabados con un tren llenos de pasteles, el final más feliz en tiempos de hambre.
Me hubiera gustado escucharlo en alguno de ellos...hoy el mío es para él.






José Cadalso, Cartas marruecas



Carta LIII
De Gazel a Ben-Beley

Ayer estábamos Nuño y yo al balcón de mi posada viendo a un niño jugar con una caña adornada de cintas y papel dorado.
-¡Feliz edad -exclamé yo-, en que aún no conoce el corazón las penas verdaderas y falsos gustos de la vida! ¿Qué le importan a este niño los grandes negocios del mundo? ¿Qué daño le pueden ocasionar los malvados? ¿Qué impresión pueden hacer las mudanzas de la suerte próspera u adversa en su tierno corazón? Los caprichos de la fortuna le son indiferentes. ¡Dichoso el hombre si fuera siempre niño!
-Te equivocas -me dijo Nuño-. Si se le rompe esa caña con que juega; si otro compañero se la quita; si su madre le regaña porque se divierte con ella, le verás tan afligido como un general con la pérdida de la batalla, o un ministro en su caída. Créeme, Gazel, la miseria humana se proporciona a la edad de los hombres, va mudando de especie conforme el cuerpo va pasando por edades, pero el hombre es mísero desde la cuna al sepulcro.

viernes, 5 de junio de 2015

Reciprocidad

Cada día, cuidaba de sus plantas con tanto mimo como si de sus hijos se tratara, así, las mantenía vivas.
Cada cierto tiempo, una flor se abría para ella, así, la mantenían viva.

miércoles, 3 de junio de 2015

Que el amor no muera joven

Se va gastando la vida de tanto usarla,
la paciencia, con el tiempo, tiene prisa,
se van acortando los sueños y las dudas se hacen claras.
Sólo el tiempo difumina o elimina muchas sombras.
El sol triunfa en su cénit y alza en el cielo su antorcha
y todo, hay que creer, que en su lugar se coloca.
Pero hay algo que da vueltas y en soledad no descansa,
no logra pausarlo el tiempo, ni la costumbre lo ahoga,
porque da vueltas y vueltas, porque a los ojos se asoma,
porque el amor no entregado es lo que al cuerpo le sobra.
Y en la ventana del tiempo sigue esperando el encuentro
de la mitad que le falta para el círculo completo.
El amor es siempre niño, aviador que espera el vuelo.
¡No quiero que sea la muerte quién lo levante del suelo!

 


domingo, 31 de mayo de 2015

Recuerdo de lluvia

 
 
No tardaría mucho en llover, el cielo se puso oscuro de repente y el aire olía a lluvia, posiblemente ya lo estaría haciendo cerca de aquí y pronto descargaría en la sobremesa de aquel día. Encendimos la lámpara del comedor, la luz que entraba por la puerta de la calle era menuda, si acaso se encendía de vez en cuando por los relámpagos de momento acompañados por el silencio. Más tarde se iban escuchando los rumores de los truenos en la lejanía: ya está arrastrando los muebles San Pedro, palabra de abuela.
Mi hermano y yo sólo pensábamos que esa tarde nos íbamos a librar de ir al colegio, no era hacer novillos, era con permiso de mamá. De repente surgió la urgencia de ir al patio a recoger la ropa tendida antes de que se mojara y deprisa lo hicimos mi madre y yo. Un ¡ay! nos salía con cada relámpago.
Después comenzó a caer la lluvia esperada. Nos asomamos a la calle a través de los cristales, cuatro manos y dos naricillas los empañaban; el agua caía con fuerza y por ambos lados de la carretera comenzaron a bajar dos regueros de agua, dos pequeños ríos paralelos descendiendo a la vez calle abajo. Había burbujitas, pompas que hacían visible la velocidad del agua. En el centro de la carretera se veían las bailarinas, las gotas que estallaban en círculos graciosos, aquellas no corrían, sólo explotaban, hasta parecían llevar su blanco tutú. 
Era bonito ver llover, invitaba al refugio de la casa, así que aquella tarde sería tarde de juegos, de leer cuentos o tebeos o de hacer los deberes pendientes.
Que ni la lluvia ya es como antes...
Tal vez sí, tal vez la lluvia nunca cambia, es siempre la misma y los únicos que cambiamos hemos sido nosotros (...) pero eso no deja de formar parte de un ciclo natural.
 
 



jueves, 28 de mayo de 2015

Danza de estrellas




Trashuman las estrellas por la noche espejada,
hay ríos de melaza y acuden a beber,
en su fulgor titilan, se sienten embriagadas,
el mar les pide un baile, descienden hasta él.
Las olas distribuyen sus cuerpos vaporosos,
en ondas balancean sus aros de cristal,
la Luna vigilante controla la marea
y un tácito lucero convoca a lo fugaz:
Caen ráfagas de polvo, el sol con sus mil dedos
espolvorea el cielo con viento mineral;
purpúreo bastidor que tensa un alto lienzo
bordado a maravilla, principio sin final.
A veces las estrellas no vagan en la noche,
ni el mar está en silencio, ni el sol marcha a dormir.
A veces, por las noches, ocurren éstas cosas
que si no estás despierto no puedes descubrir.

 
 

domingo, 24 de mayo de 2015

Si vas a llorar

Si vas a llorar
elige la arena
no vayas al mar,
 
que la mar devuelve
en olas la pena.
La arena la envuelve.
 
Cara de amapola,
niña de ojos claros,
no elijas las olas,
 
que la sal del mar
nació de una lágrima
de agua mineral.
 
Elige la arena
si vas a llorar.
Y entierra la pena.
 
 


Sujeta

En ti se recuestan mis aves,
al posarse en tus brazos les das libertad.

Giran, son como alondras,
 su centro eres tú,
y despliegan sus alas de sombra y encuentran la luz.
Luego llega ese viento,
esa brisa,
 ese soplo de vida que tus ojos le dan
y entonces confían,
se sienten seguras y pueden volar.
Tu las llevas tan ligeramente,
 tan particular,
a ese mundo que ellas no conocen,
 ese que está fuera de lo inmaterial,
que es entonces que se sienten aves,
que ejercen el vuelo, que pueden trinar.

En tus brazos, mis aves se enredan,
quiero ser como ellas y hacia ti volar.



Un lío matemático.

Sí, un lío matemático, tonto, pero un lío.

Lo más simple y elemental es que uno más uno son dos, y eso si se formula la pregunta correctamente ya que si cambiamos el "más" por "y" el resultado varía de dos a once.
Más allá del planteamiento matemático para alumnos de cuatro años, vengo a referir del intríngulis que tiene cada cosa. Incluso contar con los dedos.
Comienzo a hacerlo desde el meñique de la mano izquierda: uno, dos, tres, cuatro, cinco; continúo con la mano derecha, y ya empezamos..., el pulgar es el seis habiendo cinco en cada mano...pero va, sigo...siete, ocho, nueve, diez. Ahora a la inversa: meñique derecho... diez, nueve, ocho, siete, seis...más cinco que me quedan de la otra mano= once.
Esto...es mejor no contar con los dedos, sí, además de que está feo las cuentas no salen.

viernes, 22 de mayo de 2015

En aras de la libertad

Llegaron al pueblo en un carromato tirado por dos mulas atravesando la vereda de cedros que daba la bienvenida. Un hombre recio y de amable semblante lo conducía, a su lado, aprendiendo posiblemente el mismo oficio, un chiquillo de doce años, que con un palito en la mano hacía como que azuzaba a los animales. En la parte de atrás del carro, cubierto éste de arpillera sobre un marco de madera, había toda clase de enseres: sartenes, cazos, tazas, cuchillos, coladores, una piedra de amolar, saquitos de poleo y otras hierbas digestivas y pegado al asiento donde sus espaldas hacían frontera con la tienda de atrás había un hueco libre donde ellos hacían noche.
Cuando se escuchó aquel tintineo metálico comenzaron a salir las mujeres de sus casas. Era la visita semanal a aquella villa y muchas de ellas iban a recoger los encargos de la semana anterior.
Un corro de niños acudió al encuentro, les gustaba curiosear aquella guarnición además de acariciar a las mulas que, dóciles, se prestaban a ello. El niño auriga se unió al grupo infantil y se las presentó, les dijo que la de color marrón se llamaba Flora y que la otra más morena era Lunar.
-Qué suerte tienes, siempre viajando de pueblo en pueblo, viendo cosas nuevas.
-Sí- respondió el niño sintiéndose importante. -Dice mi padre que nunca nos detenemos en un lugar fijo para siempre porque somos espíritus libres.
Mecachis, es verdad -contestó otro chiquillo del grupo- nosotros tenemos que ir a la escuela aunque llueva y todo, y los domingos, nos obligan a ir a misa aunque no entendamos lo que dice el cura; pero cuando yo sea mayor también voy a ser un espíritu libre. Al cabo de tres horas el conjunto ambulante se perdió en la lejanía ofrecida por los brazos del camino.
El niño, muy calladito, buceaba en su interior, imaginaba la prisión de aquellos que quedaron en el pueblo, luego miró atrás, a su habitación, miró a su padre y le preguntó: -Papá, ¿cuánto nos falta para dejar de ser libres?

miércoles, 20 de mayo de 2015

Jotica peleona (Jota de picadillo)

Le puse a ésta jota... (que digo yo que es una jota, lo mismo los aragoneses que entienden dicen que no, pero cuando la escribí la iba cantando a ese ritmo)... jotica peleona, y después, cuando la publiqué en el foro Monosílabo el amigo Miguel de Acevedo me dijo que es una jota de picadillo. Me gusta ese nombre y será porque en ellas se hacen picadillo hombres y mujeres jajajjaj. Dice así:

Como no tengo otra cosa
que hacer en esta mañana,
me peleo con mi esposa
y ver qué me echa a la cara.


 Ya no eres la de antes
ya no te pintas ni nada,
cuando te tengo delante
me pareces deslavada
Si ya no soy la de antes
es por que tú me has cambiado,
eras un mozo elegante
y ahora vas desaliñado.
Y ahora vas desaliñado
con las barbas de tres días,
por eso no me he arreglado
porque salir no me pidas.
Por la calle, de mi brazo,
ibas como en romería
yo el clavel que iba a tu lado
tu del manto, pedrería,
y si queja tiene alguna
la señora, de mis barbas,
tu tienes toda la culpa
de que me las deje largas,
de que me las deje largas
ya que antes me dabas besos
y ahora das muchas patadas.
Cómo quieres que te bese
si tu no me das motivos,
y es que a lo que te pareces
es a un pobre pastorcico.
Por las noches, si me acerco,
a darte algún calorcico,
se te escapan los borregos
que son todos tus ronquidos.
Ay mujer no te alborotes
ni te hagas tan mala sangre,
la culpa es de los botones
del camisón de tu madre,
del camisón de tu madre
que te dejó por herencia,
que de ese no hay quien te saque
y me entra el sueño de ovejas.

Ya te has quedado sin sopa,
la que estaba preparando,
que tienes muy mala sombra
y me has ido calentando.
No te enfades cosa fina
y hazme de sopa un puchero
que eres mi rosa divina
y es a ti a quien yo más quiero.


Y va una jota de otro género y bien cantada de despedida, Palomica Palomica.

Al final del arcoiris



Llovía, el cielo se cerró, gris, apretado todo él, tal vez triste, quizás enfadado, quién sabe la causa de su reacción.
Ya que la tarde vino dada así detuve el coche en el arcén y salí, porque me gusta el olor a tierra mojada, aspiré por unos momentos aquel aroma a vida y regresé al vehículo un tanto apresurada.

 Se encendía el cielo, respondía el trueno, el viento participaba en aquella orquesta sin director; aleatoriamente se hacían silencios.
Pasado el lamento de aquellas nubes una cóncava sonrisa fue apareciendo, a poquito, en el vacío que dejaron aquellos elementos, colores toda ella, me pareció como un caminito de esperanza. ¿Qué hay al final del arcoíris? me pregunté, ¿qué significado tiene el arcoíris? pensé. Mientras tanto todo lo que me rodeaba creo que ya lo sabía: el campo parecía mostrarse más verde, más azul el cielo, más blancas las nubes rezagadas, todo tenía un cromatismo más limpio. Y entonces lo entendí muy bien, al final del arcoíris sigue estando el mismo cielo, debajo de él la misma tierra, luego, la tormenta, era un problema que había quedado resuelto.
Así ocurre en la vida misma, a veces las lágrimas son una salida para disipar lo gris que nos aprieta, el sentimiento que ahoga y que, liberándolas, retornamos al color. Por lo tanto, llovamos cuanto sea necesario, encendámonos, estamos vivos, pero no alcemos nunca nuestro rayo contra otros ni seamos relámpago cegador en otros ojos, en cambio, mostremos la sonrisa unificadora del arcoíris que nos fue otorgado tras el primer llanto del nacer, tras la primera sonrisa al llegar y tras el primer beso de amor.
Arranqué el motor y me dirigí camino a casa, en los veinte kilómetros que me distaban para llegar tuve tiempo de reírme del enfado que tenía porque a medio camino había comenzado a llover.

lunes, 18 de mayo de 2015

Déjàvu

Había llegado el momento de su final, ya no era útil, su tiempo de actividad terminó y alguien tuvo la gentileza de darle una despedida digna conforme a su clase. No hubieron sonrisas ni lágrimas pero a ella le hubiera gustado un último viaje por la ciudad, volver una vez más a las calles que tanto la habían llevado de arriba para abajo, aunque ésta vez fuera sola.
La enterraron mal, le dejaron una mano o una oreja fuera, no sabría definir bien aquello que le sobresalía de la fosa común, demasiado llena por cierto, pero sea lo que fuere fue suficiente para que el viento la reviviera proféticamente con un levántate y anda. Le dio alas.
Levantó su ligero cuerpo y comenzó su tránsito por las calles del barrio. Un rosal, en la prisa de su carrera, le desgarró parte de su tejido, no le importó, continuó su sprint hasta darse de bruces contra la cara de un transeúnte que se la quitó de encima de malas maneras, mascullando palabras de asco. En su prisa cruzó entre el tráfico rodado de la avenida principal, semáforo en rojo, sorteando los coches hasta alcanzar la otra acera en donde perdió fuerza y cayó al suelo dando vueltas como una peonza; se arrastró como pudo unos metros y retornó de nuevo a su correteo. Patinaba sorteando elementos, la gente la sorteaba a ella, era fantástica aquella sensación.
Sabía que era libre del todo y que no iba a consentir que la usaran más, ni por supuesto volver a aquel departamento de las cosas sin vida. Pero toda acción necesita un stress vital y el viento cesó. Quedó entonces arrinconada, tirada.., unos ojos precisos la observaron, un uniforme con un arma letal para ella se acercó, presintió que su momento de gloria había acabado y así fue, el hombre arremetió contra ella con su escoba y la precipitó dentro del contenedor amarillo, ésta vez recién vaciado.
¿Puede una bolsa de plástico tener un déjà vu? tengo una que cuando la saco en los días de viento, dice haber volado. ¿Habrá cosa igual?

viernes, 15 de mayo de 2015

Amor indefinido

Me haces delirar con tu cariño,
a veces me levantas sobre olas,
agitas tempestades, me desbordas,
me impulsas y eliminas cualquier sombra.
Viene a ser ese cariño a veces tierno
como mano que me cubre y me deshiela
y me roza en un rincón indefinido
y me pone corazón cuando soy piedra.
¿Qué tienes en tus manos, qué hay en tu mirada?
¿Qué símbolo nos une qué ángel nos ampara?
¿Acaso nos besamos? ¿Acaso vi tu cara?
Dime de que cariño llevas vestida el alma.
Dime de que cariño me estás vistiendo el alma.

miércoles, 13 de mayo de 2015

Paseando soledades

Boabdil pasea soledades por la Alhambra,
así dice en romancero viejo un trovador;
puede ser que en las estrellas vea unos ojos esmeralda,
puede ser que la gran Luna le atesora un buen amor.

Toda la naturaleza del jardín se siente inquieta,
pues presiente en alma mora el temblor de hermosa flor.
Puede ser que soledad, no es de necesidad tristeza.
Puede ser que en compañía esté más solo el corazón.

sábado, 9 de mayo de 2015

La Isla

Tengo una isla en el corazón
es mi refugio de las tormentas,
de cuando el sol es abrasador,
de cuando tiembla toda la tierra.
En esa isla hay una cueva,
no tiene adornos,
ni fuego, porque es austera,
allí me encierro como un cachorro,
blindado el mar
blindado el cielo,
ni un rayo par
de sol adentro.
Dirás que es la isla de los cobardes
de quien no afronta la adversidad,
allí me enojo, grito en silencio
y cargo luego la realidad.
Porque hay momentos en que te cansas
de oír gruñidos,
de caras largas,
de la migraña
en el corazón,
de esa anestesia
que corre en vena,
de automatismos
en la razón.
¿Que el mundo es grande?
Vaya faena,
si hay muchas calles con dirección
también el mundo es la rotonda
donde la inercia tiene el control.

Tengo una isla con una cueva,
al menos tengo una solución
y cuando salgo salgo tan llena...
de más paciencia que el Santo Job!







jueves, 30 de abril de 2015

El Pingüino Emperador.

Como ya ha entrado un nuevo día, son las doce y nueve minutos en el momento en que comienzo a escribir, debo hablar en pasado, bien, pues ayer, sobre el mediodía, estuve viendo un programa de la 2, un documental, y los protagonistas eran los pingüinos Emperador. Me gustó tanto que esta entrada va a ser en referencia a ellos.
Comienza el reportaje en una gran caminata por en medio del desierto azul de la Antártida. En grupo recorren exageradas distancias, sin más referencia para el lugar de encuentro que el instinto que conservan en la memoria. Un pingüino anciano hace de guía, todos los demás lo siguen.
El motivo de ese éxodo no es otro que el apareamiento. Las hembras esperan impacientes la llegada de los machos, tienen un tiempo determinado para que el huevo sea fecundado. Ellos llegan, comienzan a emitir sonidos buscando pareja, generalmente no se emparejan con la misma hembra, pero el protagonista de este reportaje busca a la que en otra temporada fue suya, Ella lo rechaza, la vez anterior él no consiguió sacar adelante a su polluelo. Y sale una imagen conmovedora, porque parece que él se siente culpable, lo sabe, y hasta parece lamentarse por ello.
En estos animales es muy curioso como se desarrolla el periodo de incubación del huevo.
El insiste, son unas imágenes realmente tiernas, ella al final lo acepta y es fecundada.
A continuación expulsa el huevo y con sumo cuidado y un tanto de malabarismo se lo pasa al macho, éste lo recoge encima de sus patas y, tras varios intentes fallidos, consigue introducirlo en una bolsa que tiene debajo de sus plumas donde permanecerá dos meses bajo su calor y protección.
Las hembras se marchan, exhaustas, al mar. Quedan agotadas y necesitan alimento, para ellas y para sus crías, que, meses después encontrarán en el mismo lugar donde quedaron con los padres.
Algunas nos regresarán y sus polluelos morirán de hambre, las focas son su enemigo natural.
Los machos queda agrupados bajo el frío polar y sus tormentas de viento, no se alimentarán en todo ese tiempo, comen nieve y forman un inmenso grupo para darse calor, todos de espaldas, unos a otros. Caminan con todo el cuidado sobre el resbaladizo hielo, evitando que el huevo caiga y se rompa, o lo pierdan. Rotan de cuando en cuando en ese grupo, de manera que los que quedan en la parte de afuera puedan ocupar también el lugar más caliente del centro. Eso me pareció un extraordinario ejemplo y lección de compañerismo y solidaridad.
El huevo eclosiona, sale el polluelo, tiene hambre y es alimentado por el padre que conserva una especie de papilla que no digiere, la guarda para ese momento, la regurgita y alimenta al recién nacido que precisa alimento para recuperar fuerzas. Así hasta que vuelven las madres y con su lenguaje de sonidos encuentran y reconocen a sus hijos.
Es realmente un espectáculo de belleza, cuidado, fuerza, instinto y amor, todo junto bajo el extremo frío polar.
Dejo vídeo, es de los más cortitos que he encontrado, pero vale la pena detenerse en uno más largo para ver toda la belleza de los pingüinos Emperador.

lunes, 27 de abril de 2015

La posada de Constanza

Doña Constanza Lerma, mujer seria, apática en sonrisa, gobernaba un hospedaje en el cual hacían noche caballeros de pelo largo y otros tantos de medio pelo; en común tenían aquellos entretener el estómago y darle mejor noche al sueño. He aquí que una tarde, pasada la novena del meridiano, alcánzose a llegar a aquella casa de comidas y pernoctancia un diplomático de la castaña, a decir, Pelayo Castañeda.
Al entrar repasó el comedor de arriba abajo, todos sus ojos fueron faltas:
Las sogas que hacían de las sillas asiento, despeinadas; coja, la mesa, la chimenea no era sino un infierno venido a menos, dos espadas que, cruzadas, estaban sujetas a la pared sobre un escudo de armas pareciéronle de queso que habiendo luchado contra ratones hubieron perdido la afrenta, revelábanlo tanta muesca en las hojas.
Olor a vino picado, a manteca agria... y toda la mirada se le iba por la boca, nombrándolo a voz alta, más la duda, de si aquella posada estaba a la altura de tan noble esqueleto. Apuntó además, que figura como la suya no hacía sino darle categoría a la estancia por lo cual debiera ser él el acreedor de la cuenta a convenir.
Constanza, con la sonrisa abreviada, acercóse a la boca faltona y acertó a decirle que todos los signos acusados por s.m. no eran sino la solera de aquella casa, su historia viva, la que, por hacerla suya esa noche, tendría la gentileza de no añadir ni un maravedí más a la cuenta.
-Las espadas bien que lucharon y no contra ratones, más bien contra armaduras y hasta con el más temido morisco aún por superar, he aquí que los trozos de metal que no se acusan fueren fundidos, tal era la fuerza de la mano que la empuñaba como el convencimiento al levantarla de la mano de mi tío abuelo.
 Las sogas despeinadas de las sillas no son sino la comparación exacta, puesta en cuerda, del estremecimiento de la piel cuando ésta es obsequiada con una caricia, o la alma mesma con bellas palabras, hecho que se ha presentado aquí, en mis sillas, muestra de los grandes que tanto orgullo han traído como llevado al marchar.
 Coja la mesa?, qué decís caballero, es una mesa a dos alturas. Manteca agria no la hay mejor que aquí, porque es hecha a posta, fórmula secreta que no ha de salir más que puesta en paladar porque no la roben los cocineros de la corte.
Vino picado no, mi señor, decíd más bien que narices engañosas, el desta casa es vino macerado con finas yerbas, vino que invita al más sugerente sueño en el que, bellas damas, según tengo constancia por un clérigo y bien sabéis que no mienten sopena de excomunión, bajan en sueños con dulces uvas que contra restan el sabor un tanto amargo quizá para quien no está acostumbrado a éstas nuevas mieles.
Así pues, si decide v.m. hacer noche en mi noble casa, sabed, que me habéis hecho entrar en razón, gracias he de daros, y que a partir del mesmo momento en que vuestro nombre figure en la hoja, lo acompañará un incremento en dineros y tendréis el honor de ser el primero en ponerlo por lo que quedará en años ha, tan distinguido apellido, como antecesor de tanto bien que nunca, por modestia, tuve a nombrar.
Tomad alojamiento sin más demora, pero antes, una muestra más para vuestro convencimiento del buen trato y bondad desta casa suya, acompañadme al patio -es arrastrado tomado por la manga- ved, señor, ved la planta que os muestro -una planta de hojas redondas y frondosas- véis tamaña circunferencia, no véis en ella un obispo harto de sopa, pues sabed que si a una planta que ni pide ni da, ni siente ni padece es tratada así, ¡qué ha de ser con tan noble caballero!

sábado, 25 de abril de 2015

El reloj de arena


Vivo en un reloj de arena, soy un grano entre un millón pero sé dónde estoy. Al principio estaba abajo, miraba hacia arriba y decía "Uh, de aquí no hay quien salga" Lo comentaba con los otros granos de arena y algunos me decían: No te esfuerces, ¿tú sabes todo lo que hay encima oprimiendo la salida? En cambio, otros decían que no hay que desesperar, que el tiempo fluye y que generalmente nada es estable, todo cambia.
Así andaba yo, entre la resignación, la aceptación y la esperanza y mientras tanto nada sucedía excepto que el tiempo iba pasando.
Un día cualquiera ¡albricias! ¡estaba arriba! El reloj dio la media vuelta y el tiempo nos puso en la cima, a todos, a los crédulos y a los incrédulos, no se detuvo en elegir a unos u otros, y qué feliz estaba yo en aquel momento; los que quedaron allá abajo con esa vuelta, pataleaban, lloraban porque habían perdido su posición y lo que consideraban suyo. Tenían dos opciones: adaptarse a lo nuevo o lamentarse y sentirse los más desgraciados.
Volvió nuevamente el tiempo con sus giros y volví a quedar abajo, pero ahora sé que es pasajero y ya no pregunto porque ya sé que todo viene y va, porque sé que no todo se elige y que el tiempo lleva y trae, da y quita, y que cada uno, con eso, tiene que hacer el mejor uso que corresponda en cada momento.
Y fin.