jueves, 30 de abril de 2015

El Pingüino Emperador.

Como ya ha entrado un nuevo día, son las doce y nueve minutos en el momento en que comienzo a escribir, debo hablar en pasado, bien, pues ayer, sobre el mediodía, estuve viendo un programa de la 2, un documental, y los protagonistas eran los pingüinos Emperador. Me gustó tanto que esta entrada va a ser en referencia a ellos.
Comienza el reportaje en una gran caminata por en medio del desierto azul de la Antártida. En grupo recorren exageradas distancias, sin más referencia para el lugar de encuentro que el instinto que conservan en la memoria. Un pingüino anciano hace de guía, todos los demás lo siguen.
El motivo de ese éxodo no es otro que el apareamiento. Las hembras esperan impacientes la llegada de los machos, tienen un tiempo determinado para que el huevo sea fecundado. Ellos llegan, comienzan a emitir sonidos buscando pareja, generalmente no se emparejan con la misma hembra, pero el protagonista de este reportaje busca a la que en otra temporada fue suya, Ella lo rechaza, la vez anterior él no consiguió sacar adelante a su polluelo. Y sale una imagen conmovedora, porque parece que él se siente culpable, lo sabe, y hasta parece lamentarse por ello.
En estos animales es muy curioso como se desarrolla el periodo de incubación del huevo.
El insiste, son unas imágenes realmente tiernas, ella al final lo acepta y es fecundada.
A continuación expulsa el huevo y con sumo cuidado y un tanto de malabarismo se lo pasa al macho, éste lo recoge encima de sus patas y, tras varios intentes fallidos, consigue introducirlo en una bolsa que tiene debajo de sus plumas donde permanecerá dos meses bajo su calor y protección.
Las hembras se marchan, exhaustas, al mar. Quedan agotadas y necesitan alimento, para ellas y para sus crías, que, meses después encontrarán en el mismo lugar donde quedaron con los padres.
Algunas nos regresarán y sus polluelos morirán de hambre, las focas son su enemigo natural.
Los machos queda agrupados bajo el frío polar y sus tormentas de viento, no se alimentarán en todo ese tiempo, comen nieve y forman un inmenso grupo para darse calor, todos de espaldas, unos a otros. Caminan con todo el cuidado sobre el resbaladizo hielo, evitando que el huevo caiga y se rompa, o lo pierdan. Rotan de cuando en cuando en ese grupo, de manera que los que quedan en la parte de afuera puedan ocupar también el lugar más caliente del centro. Eso me pareció un extraordinario ejemplo y lección de compañerismo y solidaridad.
El huevo eclosiona, sale el polluelo, tiene hambre y es alimentado por el padre que conserva una especie de papilla que no digiere, la guarda para ese momento, la regurgita y alimenta al recién nacido que precisa alimento para recuperar fuerzas. Así hasta que vuelven las madres y con su lenguaje de sonidos encuentran y reconocen a sus hijos.
Es realmente un espectáculo de belleza, cuidado, fuerza, instinto y amor, todo junto bajo el extremo frío polar.
Dejo vídeo, es de los más cortitos que he encontrado, pero vale la pena detenerse en uno más largo para ver toda la belleza de los pingüinos Emperador.

lunes, 27 de abril de 2015

La posada de Constanza

Doña Constanza Lerma, mujer seria, apática en sonrisa, gobernaba un hospedaje en el cual hacían noche caballeros de pelo largo y otros tantos de medio pelo; en común tenían aquellos entretener el estómago y darle mejor noche al sueño. He aquí que una tarde, pasada la novena del meridiano, alcánzose a llegar a aquella casa de comidas y pernoctancia un diplomático de la castaña, a decir, Pelayo Castañeda.
Al entrar repasó el comedor de arriba abajo, todos sus ojos fueron faltas:
Las sogas que hacían de las sillas asiento, despeinadas; coja, la mesa, la chimenea no era sino un infierno venido a menos, dos espadas que, cruzadas, estaban sujetas a la pared sobre un escudo de armas pareciéronle de queso que habiendo luchado contra ratones hubieron perdido la afrenta, revelábanlo tanta muesca en las hojas.
Olor a vino picado, a manteca agria... y toda la mirada se le iba por la boca, nombrándolo a voz alta, más la duda, de si aquella posada estaba a la altura de tan noble esqueleto. Apuntó además, que figura como la suya no hacía sino darle categoría a la estancia por lo cual debiera ser él el acreedor de la cuenta a convenir.
Constanza, con la sonrisa abreviada, acercóse a la boca faltona y acertó a decirle que todos los signos acusados por s.m. no eran sino la solera de aquella casa, su historia viva, la que, por hacerla suya esa noche, tendría la gentileza de no añadir ni un maravedí más a la cuenta.
-Las espadas bien que lucharon y no contra ratones, más bien contra armaduras y hasta con el más temido morisco aún por superar, he aquí que los trozos de metal que no se acusan fueren fundidos, tal era la fuerza de la mano que la empuñaba como el convencimiento al levantarla de la mano de mi tío abuelo.
 Las sogas despeinadas de las sillas no son sino la comparación exacta, puesta en cuerda, del estremecimiento de la piel cuando ésta es obsequiada con una caricia, o la alma mesma con bellas palabras, hecho que se ha presentado aquí, en mis sillas, muestra de los grandes que tanto orgullo han traído como llevado al marchar.
 Coja la mesa?, qué decís caballero, es una mesa a dos alturas. Manteca agria no la hay mejor que aquí, porque es hecha a posta, fórmula secreta que no ha de salir más que puesta en paladar porque no la roben los cocineros de la corte.
Vino picado no, mi señor, decíd más bien que narices engañosas, el desta casa es vino macerado con finas yerbas, vino que invita al más sugerente sueño en el que, bellas damas, según tengo constancia por un clérigo y bien sabéis que no mienten sopena de excomunión, bajan en sueños con dulces uvas que contra restan el sabor un tanto amargo quizá para quien no está acostumbrado a éstas nuevas mieles.
Así pues, si decide v.m. hacer noche en mi noble casa, sabed, que me habéis hecho entrar en razón, gracias he de daros, y que a partir del mesmo momento en que vuestro nombre figure en la hoja, lo acompañará un incremento en dineros y tendréis el honor de ser el primero en ponerlo por lo que quedará en años ha, tan distinguido apellido, como antecesor de tanto bien que nunca, por modestia, tuve a nombrar.
Tomad alojamiento sin más demora, pero antes, una muestra más para vuestro convencimiento del buen trato y bondad desta casa suya, acompañadme al patio -es arrastrado tomado por la manga- ved, señor, ved la planta que os muestro -una planta de hojas redondas y frondosas- véis tamaña circunferencia, no véis en ella un obispo harto de sopa, pues sabed que si a una planta que ni pide ni da, ni siente ni padece es tratada así, ¡qué ha de ser con tan noble caballero!

sábado, 25 de abril de 2015

El reloj de arena


Vivo en un reloj de arena, soy un grano entre un millón pero sé dónde estoy. Al principio estaba abajo, miraba hacia arriba y decía "Uh, de aquí no hay quien salga" Lo comentaba con los otros granos de arena y algunos me decían: No te esfuerces, ¿tú sabes todo lo que hay encima oprimiendo la salida? En cambio, otros decían que no hay que desesperar, que el tiempo fluye y que generalmente nada es estable, todo cambia.
Así andaba yo, entre la resignación, la aceptación y la esperanza y mientras tanto nada sucedía excepto que el tiempo iba pasando.
Un día cualquiera ¡albricias! ¡estaba arriba! El reloj dio la media vuelta y el tiempo nos puso en la cima, a todos, a los crédulos y a los incrédulos, no se detuvo en elegir a unos u otros, y qué feliz estaba yo en aquel momento; los que quedaron allá abajo con esa vuelta, pataleaban, lloraban porque habían perdido su posición y lo que consideraban suyo. Tenían dos opciones: adaptarse a lo nuevo o lamentarse y sentirse los más desgraciados.
Volvió nuevamente el tiempo con sus giros y volví a quedar abajo, pero ahora sé que es pasajero y ya no pregunto porque ya sé que todo viene y va, porque sé que no todo se elige y que el tiempo lleva y trae, da y quita, y que cada uno, con eso, tiene que hacer el mejor uso que corresponda en cada momento.
Y fin.

domingo, 12 de abril de 2015

Día de viento

El viento en esta tarde agita los árboles sin miramiento, lo mismo lo hace con el robusto pino que aguanta con firmeza que con el tierno naranjo que se doblega a su merced. Las palmeras de tronco largo y espigado parecen bailar, quizá es la manera que tienen sus ramas de echar a volar, creo que es su manera de imitar el vuelo observado de tantas aves que han visto pasar.
Entre todo, existe calma, es uno de esos días grises que no invitan al movimiento: el parque está vacío, en las terrazas de los bares no hay gente, los novietes quinceañeros, posiblemente, se habrán recogido en el portal de algún edificio al calorcito de sus palabras. Es domingo además, por lo que la mayoría podemos permitirnos quedarnos simplemente sin hacer nada. Sin hacer nada...y te pones a ver las noticias y te enteras que han destruido un gran legado de la historia antigua, y no haces nada...qué puedes hacer por más indignación que te entre. Y ves el anuncio de un niño que pasa hambre y le miden el bracito...y no haces nada, y te pones a pensar cosas de tu vida que han ido quedándose atrás y nunca más volverán...y no haces nada; es entonces que quisieras salír de ti,  por una vez ser tú el viento que empuja,  y te pones a pensar qué ha pasado para llegar a convertirte en árbol, tal vez lo sabes, pero, como ya es tarde, te dejas llevar... y no haces nada.

viernes, 10 de abril de 2015

La deXpedida

Yo soy muy de mi casa. Quiero decir con ello que sí, que acudo a bodas, bautizos y comuniones pero lo que son las fiestas, pues muy festera no soy. De vez en cuando hago en mi casa alguna reunión de tupperbare de toda la vida, acuden mis amigas y pasamos la tarde, pero quiere la cosa que mi hija una semana antes de su boda me invitara a su despedida de soltera. Por supuesto me negué en redondo, a ver qué hago yo entre la juventud, nada, y así se lo dije por activa y por pasiva pero la niña erre que erre me estuvo dando la lata cuatro días, que si tú te vienes, que si te lo vas a pasar muy bien, que si te vas a reír mucho...total, que por darle el gusto a la criatura y por no oir más aquel cencerro le dije que sí. Que me iba.
Me puse el mejor traje de chaqueta que tengo, uno de Cristian Dior gris perla, con una blusa blanca de organdí, mi bolso de Cacharel y unos pendientes de...no eran buenos porque cuando me los quité tenía el lóbulo de la oreja verde, pero es que si me pongo los buenos y los pierdo o me los roban qué, me puse los de alambre que eran muy finos y elegantes.
Estuvimos cenando en un restaurante muy bonito, vinieron todas las amigas de mi chica, yo era la única madre a excepción de los demás comensales que había allí aquella noche que, año arriba año abajo, rondaban mi edad. Un hombre de la mesa de enfrente dice mi hija que me guiñaba el ojo, así que me cambié de silla dándole la espalda. Después, al salír, me fijé en él y lo que le pasaba al pobre era que tenía un tic nervioso.
Ya que estamos en la puerta deciden las niñas ir a un sitio de fiesta, yo dije que me iba a casa y las locas aquellas me llevaron casi en volandas al coche, que para casa nada, dicen ellas, que hay que continuar la noche. Al subir de aquella manera tan atropellada al coche me enganché las medias con el tacón, y se me hizo una carrera. Ya no iba yo a gusto.
Pero a ellas lo mismo les daba mi opinión, arrancaron y tomamos camino unas detrás de otras al quinto pino, estuvimos casi media hora para llegar al sitio aquel. Entramos al local, no estaba muy iluminado que digamos, pero se veía bien, supongo que las discotecas de ahora son así. Habían mesas con sillas y en el centro una especie de escenario con dos pasarelas a los lados que llegaban hasta las mismas mesas.
Nos acomodamos, pedimos unos refrescos, bueno, cada una lo que quiso, y al rato de estar allí, diréis qué pasó, pues que sale un chico vestido del Zorro. Llevaba una capa negra y un antifaz, yo pensé que iba a hacer magia, pero qué va, já, magia...se pone a bailar el gachí, y a darse estirones de la ropa. Primero se quitó los guantes, después va y se arranca la camisa, que digo yo que aquello iría con velcro porque si no, no gana para ropa. Yo me estaba mosqueando, le daba a mi hija, que la tenía al lado, golpes con el codo - nena ésto qué es...-  calla mamá ya verás como te ríes. Cómo te ríes....gracia la que me hace cuando veo que se da un estirón de los pantalones y se queda en paños menores.
Qué poca vergüenza, decía yo, y aquellas no paraban de reírse, pero éste descaro qué es...preguntaba,  y se hacían las locas. Pero no contento con eso, baja de la pista aquella y se acerca a mi hija, mira, yo que lo veo con aquella capa, que se acerca a mi hija y se la lleva del brazo a la pista....salí corriendo detrás de él con mi Cacharel en la mano, la media rota ya me daba igual, y me faltó Cristian Dior para darle con el bolso. Lo lisié, la verdad es que lo lisié, ya se sabe que a las madres los bolsos se los carga el diablo pero es que aquel tuvo mucha cara dura, no conforme con quedarse delante de nosotras como su madre lo trajo al mundo que va y se lleva a mi hija estando a una semana de casarse... luego vinieron los municipales. Pero a mi, la verdad, me dio lo mismo. Para postre después me entero que el Zorro despeluchado era el hijo de mi amiga Marga, el que trabaja llevando ambulancias. No se lo dije a su madre claro, pero estuve en un tris cuando en una de la reuniones del tuper me dice que si mis hijos me piden que les arregle los pantalones con velcro.
 

sábado, 4 de abril de 2015

Como antes

Ahora no puedo hablarte,
deja que pase en mi vida
el tormento de olvidarte.
 
Deja que corran las olas,
que arrastre la espuma amor
y soledad, que te añoran.
 
Después que todo se olvide,
limpia la playa de amor,
entonces, si me lo pides,
quiero volver a tu voz,
quiero volver a mirarte
como te miraba yo,
antes de tu alma ser parte
y tú de mi corazón.