sábado, 22 de agosto de 2015

El corazón de las rosas

Por un camino de alegría iba cantando,
musitando, para él, Don Juan Armando.
Camino de esperanza, fuego al aire,
chispazos de amor nuevo en su donaire.
Así, con paso adelantado en su victoria
alcanzaría en ojos de ella hermosa gloria.
De tez sonrosada había un alba en sus mejillas
y un sol recién nacido despertaba en sus pupilas.
Así la vio de lejos Juan Armando, era bella,
si pudiera compararla, era poco, una princesa;
cabellos desprendidos como manto en sus espaldas,
belleza natural desde la piel hasta la falda.
Y aquel buen caballero con su ramo se acercó
a ofrecerle veinte rosas, puesto en ellas corazón.
Mas la niña de sus ojos no sentía aquel ardor,
ni veía en tal mirada viceverso resplandor.
Él sintió un frío de hielo y la mano le tembló
cayendo el ramo al suelo....y una rosa así le habló
al ver que el desencuentro le partía el corazón,
-pues ellas si sentían de su mano aquel calor-
Antes fuimos, por tu mano, rosas mil, enternecidas,
ahora somos, por tu mano, rosas mil, arrepentidas.
Y marchó, Don Juan Armando, con menos pena en la frente
por diecinueve rosas de amor, y una, sólo, de muerte.



2 comentarios:

  1. Una bella historia con cuerpo de poema la de este Don Juan Armando y sus rosas.
    Cuando nos rechazan hay que mirar a nuestro alrededor,siempre habrá alguien que nos quiera.

    Buen finde María José.

    Y un abrazote.

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  2. Pues claro que sí, Jero, idealizar el amor romántico como lo más a veces es una catástrofe, hay amores que llenan el corazón y curan como es el de los hijos, los padres, los hermanos y hasta las rosas. Muchas gracias por tu visita, que disfrutes de una feliz tarde de domingo. Un abrazote.

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