miércoles, 6 de diciembre de 2017

Futuro imperfecto

Vivía en el presente actual pero él quería más, vivir en el futuro lejano y para ello hizo uso de los avances médicos y científicos que lo consiguen casi todo. Determinó que sus cuarenta años eran la edad ideal y óptima para entrar en ese letargo carente de vida y ser resucitado en la próxima era; poco sentido le veía deteriorarse más en ésta vida puesto que ello le supondría invertir el tiempo útil que necesitaría más tarde y no era cuestión de entrar en el futuro hecho un cascarrio, tenía que disfrutarlo.
Todo fue preparado y llevado a cabo con las máximas garantías de efectividad y viabilidad, no le aplicaron el método de la crionización, con él se dio un paso más novedoso y efectivo, lo envasaron al vacío.
La custodia de aquél paquete fue fácil de conservar, no estaba conectado a ninguna clase de máquina que le aportara una temperatura especial ni habían cables de por medio, ni siquiera había que darle la vuelta de vez en cuando así que lo introdujeron en una especie de arca y ahí quedó quietito a esperar que pasaran los siglos.
Sucedieron muchos hechos importantes y trascendentales en el tiempo, muchos cambios en la humanidad, incluso hubieron extraordinarias variaciones en la fisonomía de la tierra, pero él, ahí quedó, dando tumbos de un lado para otro ajeno a todo, hasta que unos niños lo encontraron por casualidad y abrieron aquel paquete como los niños de ahora abren una bolsa de pipas.
Cuál fue la sorpresa, que ese cuerpo fue tomando volumen. Los niños lo miraban espantados, él miraba con espanto a aquellos niños y a todo cuanto alrededor veía.
Su difícil trance de actualización le duró dos días hasta que comprendió que debía hacer algo y comenzó por enseñarles cómo hacer fuego.

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