viernes, 11 de mayo de 2018

Transición

Mamá era buena pero sobre todo correcta, nunca me faltaba de nada, iba bien vestida, calzaba buenos zapatos, ella tenía obsesión con el calzado, siempre impoluto, correcto, casi ortopédico. Con respecto a la alimentación otro tanto, verduras, frutas, verduras verduras, carne, huevo, pescado. Azúcares los justos, las galletas y el colacao del desayuno, algún caramelo ocasional y chicles sin azúcar. Para con mis estudios era firme, sin agobiarme pero al acecho, reconozco que a veces lo necesitaba. Yo siempre iba con permiso de mamá.
 La quería.
La tía Paula era su antónimo, era de las que si no combina rayas con cuadros qué más da, la de la broma espontánea, la de sonrisa abierta y la que me enseñó chulería. Cuando ella hablaba me desinhibía, era polvo de talco en el zapato que aprieta, la bienvenida a la frescura, la que me enseñó a salir del molde y encontrar mi forma. La hermana perfecta de mi madre porque, teniendo su permiso, también tenía permiso de mamá. Me habitaban muy bien aunque no se veían.
 La quería.
Llegaron momentos de grandes choques entre las tres, lo percibía cuántos más años iba cumpliendo, cada una tiraba de mi para su lado, mamá se volvió más inflexible conmigo cuando mi anatomía fue cambiando de niña a mujer, llegó a volverse prohibitiva, en tanto yo insegura, pero ahí estaba la tía Paula quitándome miedos, mamá no sabía cómo hacerlo, no la culpo aunque la tía Paula, a veces, sin saberlo, casi de forma homicida me asomaba a balcones sin barandilla.

Un día mamá se fue y la tía Paula dejó de existir, entonces, nací yo.

Este relato es una manera, a mi manera, de exponer la transición que deriva en reafirmación de la personalidad, ese momento de inseguridad al salir a lo desconocido en una determinada edad en busca aquello que por instinto natural se sabe que está ahí, esa manera de rebelarse contra algo querido y seguro pero en el fondo necesitando el apoyo al mismo tiempo de ese permiso imaginario para que aún en el fallo tener apoyo.
Por lo general se nace porque alguien tira de ti, incluso la inercia.



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