miércoles, 27 de junio de 2018

De Melones -Capítulo IX- de Maria José

Mira Enrique, eso puedes hacer mañana para comer- dice Julia mientras observa detenidamente a Carlos Arguiñano en el programa de cocina que están viendo en la tele- por cierto, esta pizza no está nada mal para ser congelada eh, tiene bastante chicha y no pica, que es muy importante, ya sabes que con el picante no puedo desde que me pasó lo que me pasó cuando chica.
Ya sé -dice Enrique- aquello de cuando estabas ayudando a tu madre a separar los pimientos que picaban de los que no y te restregaste los ojos sin haberte lavado las manos y se te pusieron como los de una brotola.
Calla y no me lo recuerdes.
Se escucha un sonido, un murmullo, un...algo así como arañazos en el suelo del balcón.
Enrique ¿oyes?
Sí, será el gato de la vecina.
Ahora sale Eva en la tele, la hermana de Arguiñano, haciendo natillas.
Enrique, en el balcón hay algo, asómate a ver.
Estáte en lo que tienes que estar y cena que ahí fuera no hay nada.
De repente miran los dos la cristalera de la puerta que los separa de la terraza y...
¡Un bicho! ¡Juliaaa!
Julia añade, te lo he dicho, hay algo.
La chica se levanta con su trozo de pizza en la mano, abre la puerta corredera y sale al balcón pero no ve nada hasta que...levanta la mirada y en el techo, como si fuera una rana gigante que hace ventosa con sus cuatro patas encuentra una monstruosidad que ni parece carne ni pescao, no sabe lo que es...y le entra la histeria. Coge el trozo de pizza que lleva en la mano y se lo lanza con fuerza, los champiñones se le incrustan a aquella cosa en la naríz, el jamón york va directo a sus ojos, la masa, tradicional sin borde relleno de queso, con su forma semicircular va dando vueltas hasta que le arremete en el costillar pero, como un boomerang vuelve a Julia y le da un trastazo en la frente que la tira de espaldas -ahora, por fin, le da la gana al huevón de Enrique de levantarse de la mesa y acercarse a ver qué está pasando. Julia está espachurrada por el suelo, y la Vampira ya está en pie llena de queso y tomate que resbala por su cuerpo dándole un aspecto aún más terrorífico, arrastra los colmillos por el suelo, se dirige a Enrique pausadamente aunque se detiene unos minutos ante el cuerpo de Julia que está tirado en el suelo para soplarle el orégano que le ha entrado de los ojos y le muestra el escote a Enrique ¿Quién soy, Quiquín?
Noooooo. 
En esto que el programa de cocina termina y en la tele saltan los anuncios con la buena fortuna de que suena música de samba y a Jenyfer Van der Karol se le retraen los colmillos, sus uñas, que hasta ese momento parecían batutas, van menguando de tamaño y se convierte de nuevo en una atractiva jovenzuela que, muy tranquilamente, atraviesa el apartamento hasta llegar a la puerta de entrada que en éste caso usa como de salida y se va tan campante.
La pareja alucina en colores y se van a la cocina a mirar la caja de la pizza a ver qué cojones de ingredientes llevaba aquello.
Ignoran que aquella aparición va mucho más allá de asuntos culinarios.

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