miércoles, 27 de junio de 2018

De Melones -Capítulo VII- de Maria José

La caída de Jenny efectivamente fue brutal, era mortal de necesidad, desde esa altura y sin paracaídas que se hubiera salvado hubiera sido cosa de canonizarla, por lo menos.
Le hicieron la autopsia para asegurarse de qué fue su muerte, cabían dudas de que alguien le hubiese empujado, o golpeado la cabeza y con ello hubiera perdido el conocimiento y se hubiera precipitado al vacío pero no, fue por exceso de peso en la delantera, un giro inesperado del piloto, una ráfaga de viento, en fin, un cúmulo de circunstancias desfavorables.
Pero Julia y Quiquín se encargaron de que su funeral fuera alegre, como ella era, para ello se pusieron en contacto con el manager de Los Coco Locos poniéndole al tanto de la situación para que adelantara la llegada del grupo y poder despedirla como ella merecía.
No hubo inconveniente alguno, la verdad es que se volcaron en la trágica situación y ocho horas después de ser avisados ya estaban en el lugar citado para lo que hiciera falta.
Fue un ritual de lo más bonito, entre comillas claro, pero muy hermoso, la música brasileira no dejó de sonar en todo momento, bajito, y prácticamente toda la ciudad se acercó a despedirla.
Su novio estaba muy entero porque ambos eran de la filosofía de que no se deja de existir sino que se transforma en lo que uno siempre ha deseado y ella amaba las ballenas así que ahora ya estaba surcando los océanos, por ello pidió que se arrojaran flores al mar y toda la flota de aquél pueblecito costero salió a entregar la colorida ofrenda.
Julia y Enrique decidieron que si algún día tienen una niña le llamarán Jenny.

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