sábado, 30 de junio de 2018

De Melones -Capítulo XI- de Maria José

La música amansa a las fieras...pero no a todas.


A media noche moscas, cuando la pareja duerme muy abrazadita, un pensamiento invade la mente de Julia y ni corta ni perezosa se levanta a hurtadillas de la cama, se va al cuarto de baño y decide lo que decide: poner a prueba a Enrique porque eso de que a ella le atacara aquella aparición y a él casi le hubiera puesto ojitos no le convencía, puede ser que ahí hubiera algo más. Para ello se unta toda la cara con pasta de dientes, se peina el cabello hacia atrás, coge el bote de la gomina extra fuerte de Enrique y se embadurna toda la cabeza; luego toma una barra de carmín rojo explosivo xx y se dibuja dos chorretones en la comisura de la boca figurando sangre y se coloca dos palillos de pinchos morunos que sujeta a sus dientes con el Corega Forte de su madre que dejó olvidado dentro de su mochila.
Agarra la cortina de baño y se la enrolla por el cuerpo, pero se preocupa bastante bien de dejar el canalillo de sus pectorales a la vista no sin antes haberse metido dos pares de calcetines en cada copa del sujetador.
En cada uno de los dedos de sus manos se pone una pinza de la ropa y con todo aquello se acerca sigilosamente a Enrique que sigue dormido como un querubín.
Cuando está a la altura de su cara comienza a mesarle el cabello con las pinzas de la ropa para que despierte, él hace ruiditos pero no abre los ojos y empieza a susurrarle: Quiquín, Quiquiiín...
Enrique abre un ojo, lo cierra, lo vuelve a abrir -sí, aquella cosa sigue ahí- y dice en su entresueño:
Julia ¿hay bicarbonato en casa? me ha sentado mal la digestión de la pizza.
Noo- responde la aparición- noo haay, ni sales de frutaas tampoocoo -con voz de ultratumba-
Cuando reacciona de verdad y ve lo que tiene delante agarra de un tirón la almohada de viscoelástica y empieza a darle con ella al "bicho- Julia" que tiene delante. La viscoelástica es tan dura que le dobla hacia arriba los ensartes de los pinchos morunos y le salta cuatro pinzas de una mano, la cortina se le cae, la pisa y se tropieza dándose un cabezazo con la mesita de noche y a consecuencia de ello la lamparita se vuelca cayendo encima de su cabeza más con el efecto húmedo de la gomina le da un calambrazo que hace que se ponga a hablar en latín. Verdaderamente un desastre.
Enrique enciende la luz del techo y ve el revoltijo aquél, Julia parece...yo que sé, un águila destrozada...se echa las manos a la cabeza ¿qué puedo hacer? piensa, piensa, rápido, se dice, y llama al Ponte Bien. En unos minutos está una UVI móvil en la puerta del edificio.
¿Pero qué clase de vacaciones son éstas? ¿Por qué no elegiríamos habernos ido de acampada a... a... a... Los Picos de Europa o al Monasterio de Piedra?
¡Ay mi Julia que la he matao!
¡Ay mi Enrique no me dejes sola!


¡👀! yo no tengo la culpa, es lo que salió auu jajjajaj.

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