lunes, 20 de agosto de 2012

El último Vikingo.



En la profundidad del acantilado rugían las olas con aspereza y el viento, no hacía, sino propagar su notoriedad sobre los altos páramos, únicos testigos de aquella voz.
El aire era frío, como el alma de una roca, y la noche, por no desentonar de aquel estado, dejó a la luna sombría.
Carecía el cielo de planetas. Pareciese que hubieran bajado al mar, levando con su peso el nivel del agua, convulsionando su serenidad, haciéndole hervír. En aquel estado de incontenible paciencia, de desbordada intranquilidad, de íntima oscuridad...
Navegaba el último Drakkar rompiendo la noche. Las antorchas encendidas, eran  bocanadas de fuego de aquel dragón, el cual, no necesitaba estrellas, no necesitaba bandera, sólo mar abierto, viento y destino.
Viajaba en aquella nave Thor. Esta deidad,  había quedado como último guerrero y, provisto de su implacable martillo, fue quien hizo caer aquella noche a todos los astros colgados del cielo.
Estaba enfurecido, buscaba a Iôunn, diosa de la inmortalidad, necesitaba de sus manzanas portadoras de la vida eterna. El pueblo vikingo había ido mermando poco a poco, los hombres, cada vez más viejos, perdieron sus fuerzas con el paso de los años y el ímpetu guerrero ya no cabía en sus deteriorados cuerpos. En la sangre de los jóvenes, ya no bullía aquella flama de conquista, ya no sentían viva la llama de la victoria..., y por ello, buscaba ansiosamente aquellas manzanas, debía, ¡tenía! que recuperar a sus hombres
Pero Iôunn, recibió el mensaje de Gefjun, arúspide diva, advirtiéndole del fin de aquél propósito.
Ambas diosas, tras ver el rumbo de sus largas vidas, la historia y fruto de las hazañas de sus hombres, acordaron que ya era tiempo de sosiego, de concordia, de  gratitud por la larga vida de aquel pueblo, del perdón de cuanta injusticia se hubiese cometido y de complacencia por cuanta vida se hubo respetado.  Ya era momento de que la tierra, fuese para la paz y también, de que los dioses descansaran.
Enviaron entonces a Vili, conocido por darle emoción e inteligencia a la humanidad, para razonar con Thor y hacerle comprender que, los hombres, tienen principio y fin, que la historia, no es más que una sucesión de hechos y acontecimientos sin derecho a perpetuidad.
Levantando su martillo, Thor gritó: ¡Entonces, que reine la paz!, y golpeó con todas sus fuerzas el navío, que, partiéndose en dos, cayó al fondo del mar.
Se cuenta que él, no ha podido descansar aún, por que los hombres, siguen haciendo que suene su martillo y que  desate los  truenos que se escuchan fuertes en cada guerra, en el corazón de todo aquel que sesga una vida humana y en cada tormenta que rompe la paz.



María José. 20 de  agosto de  2012.

martes, 14 de agosto de 2012

A Elda, Lilyam, Eratalia, César y Fabiana.

Tengo cinco faroles,
que alumbran mi casa nueva,
mas que faroles ¡son soles!
y brillan cual luna llena.

Lyliam, César, Eratalia,
Fabiana y también Elda,
que son ¡ poetas con gracia !,
a los que admiro de veras.

Agradezco vuestra estancia,
en esta casa, la vuestra,
y con cariño y prestancia,
ésta aprendíz de poeta,
¡ su gratitud os demuestra !.


Un abrazo muy muy fuerte.


sábado, 11 de agosto de 2012

Despierta y levanta.

Por esas mujeres calladas,
que aguantan sin tregua el temor
de la mano, sucia y cobarde,
de ese maltratador,

 que, vistiéndose de valiente,
roba con gritos y miedo
la alegría de esa mujer,
a la que un día, prometió el cielo.

De esos celos malignos,
con ese desprecio interior,
el hombre, se vuelve bestia,
pierde su nombre y honor.

A la nada reduce,
la violencia a la persona,
mientras callada, herida y rota,
deja a la amada esposa.

Amada por él en un tiempo,
pero amada, hoy en día,
por los hijos que ella tuvo,
con ese hombre de alma fría.

No es mejor la que aguanta,
¡mucho menos por temor!
¡respira hondo y levanta,
libérate del maltratador!.



Al que la mano levanta,
le pido una reflexión:
déjala volar, si no la amas,
mas ¡no le causes dolor!.






viernes, 10 de agosto de 2012

El hijo soldado.

Está despuntando el alba,
me va descubriendo el día,
por este camino que se alarga
y me va a llevar con la madre mía.

Su rostro me despidió con pena,
más dolor que pena, diría,
porque un hijo  se le va a la guerra
y volver...ni yo mismo sabía.

Recuerdo su cara bendita
bañada en lágrimas que me herían,
más que una bala dolían,
más que doler,mordían.

Fuí duro para marchar
tan duro, que la dejé llorando,
y no pude volver atrás
¡no pude consolar su llanto!.

Aguijones de sangre y veneno
con rabia de muerte,he sufrido,
en esta locura sin freno
cubriendo al amigo caído.

No vengo, madre, vencido,
que en mi cuerpo aún queda sangre;
no vengo victorioso, madre,
que el corazón traigo encogido.

Yo quiero ver a mi madre,
este camino me lleva a su vera
y su carita de triste semblante,
se volverá color de azucena.

miércoles, 8 de agosto de 2012

La ventana del tiempo. ( Relato).

Desde el cómodo sillón en el que se sienta, puede ver los árboles, escuchar el piar de las aves anunciando el día y contemplar un trozo de cielo.
Era o fué Miguel, un hombre de campo. Trabajador incansable, nunca se paró a contar las horas que la tierra le pedía. Antes del amanecer ya estaba en pié, con la formalidad de quien no se hace esperar.
Tras el desayuno, que normalmente consistía en una taza de café, - que en realidad era achicoria-, un pedazo de pan con tocino y un vasito con dos dedos de vino, marchaba con el zurrón ya preparado la noche anterior.
Tres hijos le dió Salvadora, su esposa, a la que amaba profundamente.
Era Miguel hombre de poco mimo, no era cariñoso con las palabras, pero los gestos de su corazón hablaban por él. Era también persona siempre presta a cualquier ayuda solicitada.
Salvadora, era una mujer menuda, pero inversamente proporcional a su estatura, era su fortaleza. No se achicaba ante las incomodidades y problemas que se presentaban dentro de aquellos austeros tiempos. Por las mañanas, lo mismo que Miguel, temprano estaba en pie; pasaba primero a recoger los huevos de la puesta y dar de comer a las gallinas, limpiar las conejeras y preparar la ropa de los chicos que, en bicicleta, iban a la escuela muy bien repeinados.
Luego , a lavar la ropa, almidonando sábanas que quedaban blancas como la cal y tiesas como la tiza. Las tardes las empleaba en zurcír calcetines y coser los sietes que traían los mozuelos en los pantalones.
Arrendó Miguel, junto con su cuñado, unas tierras en las que plantaron melones. Ocurría que, curiosa y misteriosamente, menguaba la cantidad de estos frutos redondos a la par que menguaba la luna, así que, no les quedó más remedio que levantar una barraca en medio del melonar.
La construyeron con albardín, e hicieron de ella su garita de vigilancia. Allí pasaban el verano, custodiando sus melones.
Miguel era muy hábil haciendo canastos de mimbre y esparteñas . En cuestiones culinarias, era mañoso él, hacía unas gachasmigas que, si encanto daba de verlo, más daba comerlas.
Tenía el mismo arte tocando la guitarra y cantando joticas, que Salvadora bailándolas y rezando Rosarios.
Esa era la sencilla y trabajadora vida de una pareja que vivió en un tiempo dónde, sin comodidades , sin lujos y sabiendo lo que cuesta cada cosa, era felíz.
Ahora Miguel, ya sin su Salvadora, cómodamente está sentado en el confortable sillón de la hermosa casa de su hijo, pero , ya no es lo mismo.
                                                               
             n. de la a.
Este relato, contiene un noventa y cinco por ciento de realidad, un cinco por ciento de imaginación, y un cien por ciento de amor hacia mis bisabuelos.                                                                                    

martes, 7 de agosto de 2012

Poema a dos voces.


Caballero de triste mirada
¿qué buscáis aquí cada tarde?
os vengo observando callada,
tal vez pudiera ayudarle.

Vengo buscando una rosa.
del jardín la más perfumada,
es sencilla y hermosa
y de profunda mirada.
Tiene dorado el cabello,
sus ojos ,reflejo del cielo,
de rostro cálido y bello
y voz de porcelana.

Esa dama que nombra,
usted,gentíl caballero,
puede encontrarla a la sombra
del tupido jazminero.
Allí cada tarde escribe.
cartas de amor a un marino,
soñando que por ella aún vive,
ignorando cuál es su destino.

Ese marino que dice,
anduvo vagando en el mundo,
desde que partió ,ya no vive,
sin ella, nunca encontró el rumbo.
Y ahora¡ mi estrella me alumbra!
sabiendo que aún me recuerda,
mi vida envuelta en penumbra...
¡se ha iluminado con ella!.
                                                                                                                                María José.

La muñeca de trapo. (Cuento infantil).

En el escaparete de una tienda de juguetes había una muñeca de trapo rodeada de, osos de peluche, una locomotora, puzzles, coches teledirigidos, muñecas rubias y de piernas largas, aviones, casitas de madera...
La muñeca de trapo tenía los ojos marrones, su pelo no era largo ,pero sí graciosamente rizado y su carita estaba salpicada de pecas. En la cabeza llevaba un sombrero de tela.
Cerca de la juguetería había un colegio y cuando los niños salían, se acercaban todos a tropel a mirar los juguetes.
Miraban a través del cristal entusiasmados, pegando las manos e incluso algunos la naríz, y cada uno elegía el que más le gustaba.
-A mí me gusta ese avión,-. decía un niño.
-Pues yo me pido la casa de muñecas.
-Yo quero el coche teredelegido, decía un pequeñín de no más de cuatro años.
Así durante todos los días.
Y acercándose la navidades, ocurrió que, un día, cuando llegaron a la tienda. el escaparate estaba casi vacío.
¡No sabríamos que mano mágica se había llevado los juguetes...!
Pero la muñequita de trapo ahí seguía, mirando con su carita redonda el parque que estaba enfrente.
Una mañana, caminaba de la mano de su mamá una niña, y al pasar por delante del escaparate se detuvo y le dijo a su madre:
-Mira mami que muñeca más bonita, pero me parece que está un poco triste... está muy sola.
-¿Por qué está sóla?
-¿Será porque lleva ese vestido tan raro?
-¿O será porque no es como las otras?, ésta es de tela.
La mamá le dijo:
-No lo sé, tal vez no le gusta a los niños.
-Pero a mí sí me gusta . -contestó la pequeña.
-Es muy bonita, mira...no lleva zapatos, pero tiene una cara muy bonita y parece blanda y suave como el algodón.

Llegó el día del cumpleaños de Laura, que así se llamaba la niña, y ¡¡Sorpresa!!!.
le habían preparado una tarta de chocolate con seis velas.
Todos sus amigos le cantaban:
-¡Cumpleaños felíz,cumpleaños feliz, te deseaaaamos todos.....!
Cerró los ojos para pedír un deseo y sopló las velas. Sus amiguitos le aplaudían y cuando los abrió, encontró a su lado una caja envuelta en papel de regalo con un lazo azul y un globo atado a un hilo. Abrió la caja nerviosamente y...¡Tachín!...estaba la muñeca de trapo del escaparate.
Laura saltaba de alegría.
-¡Yupi,la muñequita triste!.
-Gracias papis , ¡cómo me gusta.!
La muñeca también parecía sonreír.
Y desde aquel día se hicieron inseparables.
Hasta dormía con ella, en la noches frías de invierno, la acurrucaba entre su cara y su brazo y así, con el calor que desprendían las dos, se dormía.

Es importante ver más allá de la ropa y los adornos.

Y colorín colorado...........

lunes, 6 de agosto de 2012

Adios, gorrioncito.

Adios, gorrioncito,
vuela libre, te dejo marchar,
yo no sabía que quererte,
era encerrar tu libertad.
Abro mis manos, al tiempo,
que cierro mi corazón,
porque es ahora cuando entiendo,
que, sintiéndote prisionero,
no me hace felíz este amor.
Día y noche yo te quería,
tenía tanta ilusión,
que tus trinos yo confundía,
-sentía por mí ese son-.
Mas, no es así, gorrioncito,
este amor, no es par, es non.
Vuela libre hacia otro nido,
que si tú no eres felíz,
tampoco lo puedo ser yo.


domingo, 5 de agosto de 2012

A Miguel Hernández.


Viene a visitarme entre letras,
con sílabas vestidas de guerra,
un clamor, silencioso, mas vivo,
que vivo recuerdo de madre.
Sucumbe entre espasmos del tiempo,
abriendo heridas cerradas,
y he sentido un dolor, que es ajeno,
dolor de la patria y el abuelo.
El llora, lo veo en sus ojos,
con nanas de hiel y cebolla,
¡tus campos te están recordando!,
¡una higuera, te sigue esperando!.
Qué pequeños fueron tus años,
¡y qué grande el dolor a ellos dado!...
Una casa vacía, esperaba,
mientras cárcel feroz te atrapaba.
Miguel, tus campos ahí siguen,
y con ellos, tus raíces sedientas.
Ya  no hay agua que calme esta tierra,
¡ni poema, sin tí, en Orihuela!.