viernes, 24 de abril de 2020

El último trago

No miento si digo que volvería de nuevo
al verso criminal que tu tristeza exhala
abanderando noches, volcando estrellas,
cerrando luceros, moviendo el mar.
Frente a tu causa se inmolan mis miedos
y no me refreno en morir por salvar.
Tiro de la Luna, quiero verla baja
para que te alumbre piel y corazón
pero tú, guerrero, vistes la coraza
que repele el celo y alzas tu blasón.

Mírame sincero, háblame suave,
clávame tus besos hasta el corazón
aunque luego y sola y de amor me desangre.

No temas ser causa, es mi petición.





Danza de estrellas



Trashuman las estrellas por la noche espejada
hay ríos de melaza y acuden a beber,
en su fulgor titilan, se sienten embriagadas,
el mar les pide un baile, descienden hasta él.

Las olas distribuyen sus cuerpos vaporosos

en ondas balancean sus aros de cristal,
la Luna vigilante controla la marea
y un tácito Lucero convoca a lo fugaz.

Caen ráfagas de polvo y el sol, con sus mil dedos,

espolvorea el cielo con viento mineral
-purpúreo bastidor que tensa un alto lienzo
bordado a maravilla, principio sin final-

A veces las estrellas no vagan en la noche,

ni el mar está en silencio ni el sol marcha a dormir,
a veces, por las noches, ocurren otras cosas
que si no estás despierto, no puedes descubrir.