domingo, 28 de abril de 2013

En honor a una amistad.

Te escribo este poema,
sin sueños, sin fantasía,
y en él, quiero que comprendas
que te nombro en poesía.
Condescendiente amigo,
mano que es compañera
levantando un vaso de vino
en copa fina o de greda.
Tu palabra es honda y sincera,
es conversación, compañía,
si es que hablamos de penas,
lo mismo que de alegrías.
En tu hombro de rosa,
-no puede ser de otra hechura,
viendo las mariposas
cabalgando en su montura-
llevas el don del trabajo,
la espuela de algún mal recuerdo,
que se habrá ido ya, río abajo,
perdiéndose en mar abierto.
Y en los dedos, la elegancia,
de la palabra que aflora
con tu personal fragancia
y sonidos de caracolas.
Habrás de perdonar, amigo,
si ves fantasía alguna,
será solamente en letra,
no en el respeto y cariño
a los que obedece mi pluma.
 



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