martes, 10 de julio de 2018

De Melones -Capítulo XIII- de Maria José

Julia, al ver a Enrique hincando la rodilla en el suelo delante de ella y con ese aro de cebolla poniéndoselo en el dedo rompe a llorar. No se sabe si por la emoción o por los vapores de la cebolla pero da toda la impresión de que está emocionada. 
-Enrique, corazón mío, me dejas sin palabras-
Saca un paquetito de pañuelos de papel, se suena y se limpia las lágrimas.
-Yo también tengo algo para ti, no mires, tápate los ojos, espera un momento...no mires eh.

Enrique permanece a la espera con las manos en los ojos cerrados y mantiene el tipo.
Julia se acerca a la mesa del comedor y en un papel escribe algo, después se lo da a Enrique y éste comienza a leer:

Enrique de mi vida
y de mi corazón
te quiero desde el día
que tomé la comunión.
Tu estabas en el banco
sentado con Simón
vestido de marino
aunque sin Galeón
y yo en el otro ala
del templo, con Leonor,
y me guiñaste un ojo
y cambié de color
me puse colorada
lo mismo que un melón
como un melón de agua
sandía llamánlo
y ahora Enrique mío
veinte años más mayor
me pides matrimonio
y ¡es lo que quiero yo!

Ahora el que echa lagrimitas es Enrique, los hombres también lloran.

Don Remigio hará el oficio, será en la playa y habrá melón y papaya.
Aunque el sacerdote ni monta en barca ni en bote lo convencerán y la Yenny no aparecerá.
Esperemos.
Transilvania es un buen destino ¿Obviarán a los vampis y los hombres lobos en noche de Luna llena?
No se sabe, en todo caso primero será la boda.

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