en una de sus mil formas,
pudo ser en una flor,
en el giro de una alondra,
en el carisma del mar
o en la hierba, presta a alfombra;
en esas cosas, en fin,
que al corazón le dan forma.
Mas no fue en ninguna de ellas,
aunque todas las evocan,
fue entre versos que surgió
zureando esa paloma.
Desplegó sus alas blancas
recogiéndonos debajo
para hacer nido en sus plumas,
invitándonos a abrazos.
Nunca tocamos la Luna,
las palomas vuelan bajo,
fue un amor, que se sintió;
fue un amor inmaculado.
Y regresó ella, después,
a su cielo puro y ancho,
y un recuerdo nos dejó,
blanco y dulce, limpio y claro,
porque blancas son las alas
que sostienen los abrazos
porque blancos son los versos
del poeta que he amado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario