Quién te puso en las mejillas
tanta tanta suavidad
que parecen como rosas
que de carne hechas están.
Los espejos de las madres
no son como los demás,
no se miran en el río
ni en las lunas de cristal,
se van mirando en los hijos,
velloncitos, que al volar,
cuanto más lejos parecen
más cerca del pecho están.
Tierno y precioso romance María José. Hay una errata que rompe el ritmo en el séptimo verso,supongo que habrás querido escribir: "no se miran en el río".
ResponderEliminarTe dejo un abrazo
Hola Jero, buenos días.
ResponderEliminarTienes razón, faltaba la preposición "en" de "en el río", pues ni me había dado cuenta de que no estaba así que muchas gracias por tu lectura y la atención que has tenido en decírmelo.
Me alegra tu visita amigo, y que éste poema haya sido de tu agrado.
Recibe un abrazo.