Lo sé.
Sé que soy la espora latente y silenciosa
que aflora en tu pecho caliente,
que te corro por las venas lentamente
y llegada al corazón soy bulliciosa.
Lo sabes.
Tú me sabes abocada al fracaso
si en algún momento me niegas
el opiáceo lugar de tus brazos
en donde cuerpo y alma se enhebran.
Ya sabemos los dos de qué va
la innegabilidad de negarnos,
y el sinquerer de querernos.
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