La luna y yo ya no hablamos,
estamos las dos distanciadas,
ella, mirando la tierra, yo,
soñando en pasado.
Cada una va a lo suyo.
Me encantaba su silueta
con su cara redondita,
su mirada de universo
y potente magnetismo.
Era extraño no mirarla
sobre todo estando llena.
Ahora cuando miro al cielo
lo hago con una esperanza,
que mi madre esté feliz
bien cuidada y sonriente,
protegida con dulzura
como ella, con nosotros,
ha hecho siempre.
Te quiero mamá.
No hay comentarios:
Publicar un comentario