El pasado me atrapa con sus manos de oro.
Sus finos destellos hacen que me quede
en ese rincón precioso. Y miro, contemplo
a mis padres, a mis abuelos, y a dos niños
que juegan con trenes y muñecas.
Los miro desde la perspectiva de saber
toda su historia hasta el día de hoy.
Aquello que fue amplitud en mi pecho de niña
hoy se ha convertido en éter que sostiene
vidas y recuerdos, edades, nostalgias,
vivencias que han quedado dentro
como un fabuloso regalo intocable,
hecho para ser sentido, preservado
dentro, muy dentro del alma.
No se puede volver atrás, ni adelantar el tiempo,
todo es presente, pero un presente
donde confluye la llegada de esos ríos,
y así, con la memoria de esas aguas
una tiene que estar más llena,
y no sentir vacío.
Abro las exclusas de mi corazón
y que todo fluya como un torrente de amor,
es el único modo, es la única verdad
que puede encauzar la eslora,
hoy, de esta ingobernable nostalgia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario