Se han borrado los colores, las palabras,
la ilusión de hacer las cosas, me he apagado.
Tengo que esforzarme por sentirme viva,
solo observo la continuidad de hora tras hora
que me pasan por encima como el viento
sobre un árbol que se adapta al contraluz.
Es terrible esta nostalgia que me surge
desde el centro mismo de mi alma.
Ahora qué hago sin tu dulce compañía,
si al llegar a casa no te encuentro,
si me voy sin despedida, si no puedo
darte un beso y decirte vengo ya.
Mi pequeña Salvadora, mi gran madre,
aún después de ti voy descubriendo
el valor inmensurable de tu esencia,
de tu altura de nobleza y corazón.
Las estelas de tu amor son imborrables
y me llevan por defecto a amarte aún más.
¡Madre, cómo echo de menos tu sonrisa!
Gracias que Dios nos permite
volver a encontrarnos en la eternidad.
Te quiero mamá.
No hay comentarios:
Publicar un comentario