jueves, 20 de junio de 2013

A propósito de Dani Martín.

No sé cómo llamar a esto, digamos que es un punto de reflexión al que me lleva la canción de Dani que la llevo escuchando varios días en la radio cuando voy camino del trabajo.
¿Pondría a Cero mi vida, como él refiere en su canción a una experiencia?.


Me dieron la oportunidad de poner a cero mi reloj de la vida, comenzar de nuevo.
¿Qué quieres quitar, quieres quitar el llanto?, ¡bórralo!, ¿quieres quitar el dolor, la incertidumbre, la duda, la nostalgia, el desencanto, la impotencia, el caos?, ¡quítalos!.
Dije que sí, quería sólo...sentirme feliz, no sufrir por nada, por nadie. Quería vivir tranquila y rodeada de armonía, nada más.
Entonces ocurrió algo extraño: mi estado de felicidad no me dejaba ver nada más que la propia felicidad que no entendía; era absurdo reír, no entendía por qué lo hacía. Sé que antes, reía cuando mi madre me consolaba tras una caída, tras un enfado con una amiga, y al verla a ella, correspondiéndome  con la suya. También sonreía cuando notaba que en la sonrisa estaba la llave para abrír otra sonrisa...
Al apartar el dolor, era incapaz de ser solidaria con el dolor de los demás, ¿cómo?, si en mi propia piel no lo he sentido; no sabía acercarme y comprenderlo.
Al borrar la incertidumbre, no supe esperar al tiempo con sus respuestas. Al perder las dudas me volví tan segura de mí misma que, me equivocaba constantemente en mis decisiones precipitadas e irreflexivas. Al perder la sensación de caos, no supe lo que era el orden.
Y al perder la nostalgia, perdí el sentimiento por todas las personas a las que he querido.

Quiero mi reloj como está, aún con todos los años encima, porque la vida es una cata de sabores, de experiencias, ladrillos que me refuerzan y sobre los cuáles está edificada (edificándose) y definida (definiéndose) mi personalidad, y negarme a mí misma es negar todo cuanto me rodea.

No quiero lágrimas, pero he aprendido a vivir con ellas; no quiero dolor, pero he aprendido a reconocerlo y soportarlo; no quiero incertidumbre, pero ¿qué pasará mañana?. Sólo quiero que el amor sea la huella de mi zapato.

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